Sorpresas y paisajes

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Enredando sin enredarse

Posted by Pele Camacho en 4 noviembre, 2013

Tengo una nueva vecina y está de buen ver, bajo la luz otoñal de pocas nubes y menos aguas que hay por aquí abajo.  La vi hace un par de días al salir de casa, enfundada en su librea de bandas amarillas, blancas y negras, destacando sobre el fondo verde de unas arizónicas… o quizás me deslumbraron los reflejos brillantes de los hilos de la plataforma donde se encontraba, iluminados por la luz directa de un sol sin estorbos de nubes ni eclipses.

Me acerqué a ella y, aunque supongo que me vio, permaneció impertérrita y pareció castigarme con el látigo de su indiferencia: estaba a su rollo, esperando que algún ser incauto cayera en las redes que hábilmente había tendido. Supuse que seguiría allí mientras yo dedicaba unos minutos a preparar los archiperres de fotografiar y así empezó la historia que dio pie a esta entrada. No me equivoqué: mi vecina seguía en el mismo sitio, como si fuera una modelo en espera de una sesión de fotos.

IMGP3879_1200_1090KNMi vecina trifasciata, en el centro de la plataforma de poses

(Picar en lasd imágenes para verlas con más resolución)

 Al mirarla a través del visor de la cámara la reconocí: mi vecina se llama Argiope trifasciata, un nombre de especie que, posiblemente, puede derivarse de esas bandas de tres colores que se repiten en su abdomen. Tiene cuatro pares de ojos, un par de pedipalpos, otro par de quelíceros y cuatro pares de patitas que le dan una envergadura de unos cuatro centímetros cuando las estira para quedarse en su pose normal, en un estado de espera al que parece condenada, como si nada fuese a interrumpir su quietud.

IMGP3895_1200_828KNUn pequeño incauto provocador de alarmas en un sistema ultrasensible

Pero incluso en noviembre hay seres incautos, cortos de vista o atolondrados que, para beneficio de la Argiope trifasciata, parecen volar cándidamente o no saber donde meten las alas que, en sus casos, equivale a lo que en otras especies se dice “meter la pata” o meterse en problemas que, ciertamente, son problemas muy serios si provocan una mínima vibración en los hilos de la red y alteran la tensa espera porque, sin que nada aparente haya ocurrido, de repente, las ocho patitas erizadas de espinas se ponen en rápido movimiento sobre las finísimas hebras de la red que las sostiene y, sin enredarse lo más mínimo, como si fuera un funámbulo de ocho patas, las patitas saltan de hebra en hebra hasta llegar a la criatura que ha quedado pegada en la red de hilos donde la trifasciata se mueve con soltura y sin pegarse, algo que desde un punto de vista físico debe tener una razón en la punta de las patas, un recubrimiento o un acabado que les permita posarse sin pegarse.

IMGP3904_1200_807KNEn un visto y no visto, envuelto para regalo…

Inmediatamente, las hileras que delicadamente tejieron la red de la telaraña con finísimas hebras, chorrean una cinta de hilos que enredan o envuelven a la víctima en pocos segundos, mientras las patas delanteras la voltean sin enredarse en los hilos que amortajan al incauto que, posiblemente, aún no esté muerto,  a menos que sea fulminante el efecto del veneno que le hayan inyectado el par de quelíceros que tiene la trifasciata, pero no llego a imaginar cómo es capaz de controlar la posición de las patas traseras para que estas no se cuelen entre los enormes huecos que tiene la “web” por detrás del abdomen, porque…

IMGP3963_1200_1054KNCuatro pares de ojos que miran al frente…

Las trifasciatas, como muchas otras arañas, también tienen cuatro pares de ojos, pero todos parecen mirar al frente, luego, entonces… ¿cómo controlan los apoyos de las patas traseras? ¿qué sentido las guía en sus movimientos?

IMGP3985_1200_858KNDos pedipalpos que parecen frotarse de gusto y un enredo, quizás, para el almuerzo

Esta mañana volví a mirarla y, después de una noche de viento fuerte, la red tenía unos cuantos “tomates” causados, probablemente, por las puntas de las ramas de la arizónica, pero mi vecina seguía allí, esperando, con unos cuantos enredos a su alrededor, pero ella estaba tan pancha, sin enredarse…

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