Sorpresas y paisajes

Fotografías de lo que veo por esos campos…

Aquí no hay playas

Posted by Pele Camacho en 4 octubre, 2016

Cuando llegan los meses en que bichos y yerbas pierden su vigor primaveral o veraniego y se preparan para una nueva campaña, a los aficionados a los campos solo nos quedan las naturalezas muertas que siempre han estado allí, las bases de los paisajes que cambian de color con las lluvias, los vientos y las calores.

En la provincia de Málaga, donde fueron gran parte de los safaris foteros que dieron lugar a muchas de las entradas de este blog, además de la “costa del sol” también hay muchas zonas de montaña, algunas de gran belleza, donde se podría aplicar aquel soniquete de Los Refrescos: “Vaya, vaya, aquí no hay playa”.  El criterio para seleccionar los picos que aquí se muestran ha sido, fundamentalmente, la distancia y facilidad para llegar a los puntos de observación. Por la brevedad conveniente para que esta entrada no sea un resumen de la orografía provincial, nadie se pique porque un pico de su término municipal no aparezca aquí; en otra entrada, tal vez, los protagonistas serán algunos picos que aquí no están.

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La Maroma nevada y sus vecinos

(Picar en las fotos para verlas con algo más de resolución)

Para empezar, una buena referencia es el pico de La Maroma, el más alto de la provincia, con 2.066 m s.n.m. que lo hacen visible desde muchos puntos lejanos a su cumbre. Tiene accesos relativamente fáciles -no para este fotógrafo, desde luego-  y desde allí arriba se pueden hacer unas impresionantes fotos de los paisajes que lo rodean por aquí abajo. Está en la Axarquía, la zona oriental de la provincia de Málaga que comparte con Granada la mitad del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, un Parque Natural extenso y con muchas cumbres dignas de senderistas profesionales.

La foto anterior muestra en su parte derecha la silueta casi simétrica de una montaña pequeña en la lejanía: es el Raspón de los Moriscos o pico Lucero (1.774m.), con una belleza espectacular por su forma casi geométrica. El Lucero y el Lucerillo, su mellizo menor con 1.687 m s.n.m., se ven en la foto de abajo con un detalle peculiar en la parte derecha de la cresta de El Lucero: los restos de una pared amarillenta casi rectangular.

imgp1680_4830_knLucero  y  Lucerillo

En la cima del pico Lucero, a caballo del límite de las provincias de Granada y Málaga, aún quedan  los restos de las paredes de un puesto de vigilancia de la Guardia Civil, construido para observar los movimientos de los maquis en los años posteriores a la contienda española. No sé si los desafortunados números de la Benemérita que tuvieron que usar aquello tenían que ascender hasta allí con capas, tricornio y mosquetones, porque el camino no es fácil ni para los escaladores profesionales con atuendo al caso. El satélite de Google Earth captó perfectamente los restos del cuartelillo en las coordenadas 36º 52’ 03.12”N  y  3º 53’26.54”O.

imgp4849_4600_2300_knLos Altos de los Tajos del Fraile, Doña Ana y Gómer

Ya en la zona norte de la Axarquía, casi llegando a Alfarnatejo desde Riogordo, se puede disfrutar de la visión de los Altos de los Tajos del Sabar: el de Gómer (1129 m.), el de Doña Ana (1202m. ) y el del Fraile (1229 m. ). La corta distancia a la que se pueden observar los tres picos desde la carretera y sus alturas en relación a sus distancias, hacen de ellos un conjunto de una belleza impresionante.

imgp4809_el-jobo-desde-alfarnatejo_4600_knEl Chamizo de la Sierra del Jobo

Con un perfil algo más continuo que el conjunto de los Tajos, frente a Alfarnatejo se puede ver la descomunal magnitud de El Chamizo (1634 m.) el pico más alto de la Sierra del Jobo que, junto con la Sierra de Camarolos, pone una barrera natural entra la Axarquía y la vega del Guadalhorce que, más allá de las Villanuevas del Rosario y del Trabuco, llanea en la extensión de los Llanos de Antequera y el Valle de Abdalajís.

imgp5944_3600_knLa Peña de los Enamorados

Y para terminar, una peña chiquitita pero no menos bonita: cerca de Antequera está la Peña de los Enamorados (880 m.), mucho más bajita que La Maroma pero con unas leyendas mucho más románticas que no voy a citar, porque ya hay bastantes copias en la web. Es un peñasco llamativo, de los que atraen la mirada cuando se pasa cerca de ellos, porque destaca en la llanura y está cerca de cruces de caminos. A los Homo sapiens nos gustan esos promontorios que destacan sobre lo que les rodea, como esos farallones del Monument Valley que salen en muchas pelis del salvaje Oeste. Parece que los salvajes pieles rojas que vivían por allí antes de que llegaran los civilizados rostros pálidos, consideraban esas zonas lugares sagrados; como en Australia y sus nativos maoríes que adoraban al Kata Tjuta y al peñasco Uluru, al que consideraban el ombligo del mundo. También de la Peña de los Enamorados hay leyendas de ese estilo, pero esas son otras historias

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