Las libélulas están entre los seres vivos con orígenes más antiguos. Hay fósiles de aspecto muy similar a las libélulas actuales que se remontan al periodo Carbonífero, hace unos 250 millones de años, mucho antes que aparecieran los dinosaurios y las aves, hace unos 150 millones de años, día más, día menos. Es famoso el fósil del protodonato Meganeura monyi del periodo Pérmico, con una envergadura alar de 70-75 cm. frente a los 19 cm de la mayor libélula actual, la Anax strenuus, una especie endémica de las islas Hawai. Sin ir tan lejos, en España tenemos la Anax imperator (Leach, 1815) que, sin ser tan grande, con su envergadura alar de casi 9 cm. es una de las más grandes de Europa, que no es poco.
¿Y quién le puso ese nombre tan “biensonante”? Pues fue un zoólogo inglés, William Elford Leach (1790-1836) el que primero se fijó en ella con intención de bautizarla, cosa que hizo en 1815, por lo que cuando se nombra a la criatura con su nombre científico, como es costumbre, se incluye a Mr. Leach y el año en que lo hizo.
¿Y de qué va lo de Anax? En la mitología griega Anax era un gigante, hijo de Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra). Hesíodo, uno de los principales mitógrafos, considera a los gigantes seres divinos que surgieron de la sangre que Urano derramó sobre la Tierra cuando su hijo Crono (Saturno) lo castró con una hoz. Como “el que a hierro mata, a hierro muere”, el todopoderoso Zeus, hijo de Crono y un mal bicho, lo destronó y lo mandó al Tártaro, o sea, al infierno.
Así que, dentro de lo que cabe, el nombre científico que le puso Mr. Leach a nuestra libélula, se puede decir que, aparte de “biensonante”, estuvo bastante bien puesto, comparado a lo que se suele ver en otros insectos.
La criatura de la foto es una hembra de Anax imperator que estaba tomando el solecito plácidamente en un arbusto al borde de una laguna, descanso que suelen abandonar apenas para comer -son voraces predadoras de otros bichejos-, copular y ovipositar, como muestra la siguiente foto.
Ni ovipositar ni oviponer son palabras reconocidas por la RAE, pero son las que se usan, casi exclusivamente, para referirse al acto con el que los insectos, libélulas en nuestro caso, depositan sus huevecillos de los que algún día emergerán las ninfas -otro nombre mitólógico prestado a los insectos- que pasan su vida sumergidas en alguna charca, devorando otros bichejos, hasta que de ellas emerjan las libélulas de la siguiente generación. Fascinantes…