Sorpresas y paisajes

Fotografías de lo que veo por esos campos…

Archive for agosto 2010

A propósito de obeliscos

Posted by Pele Camacho en 30 agosto, 2010

Un obelisco “de los de antes” era un bloque pétreo, alto y esbelto; un monumento por el que tenían debilidad los antiguos faraones que querían pasar a la historia contando las suyas con jeroglíficos grabados en las cuatro caras del supermonolito.  Los antiguos egipcios tallaban los bloques en las mismas canteras de donde salían, pero el transporte horizontal y la colocación vertical del obelisco tenían tanto o más mérito que la talla, porque entonces no había autovías, ni grúas, ni multinacionales que pusieran obeliscos verticales, lo que debía tener su morbo, pues cualquier inclinación-torre de Pisa podía terminar con el obelisco en el suelo. Esa verticalidad conlleva que todos los obeliscos proyecten una sombra en el suelo que cambia a lo largo de las horas y los días, como sabía el homosapiens desde aquellos tiempos de los egipcios, por lo menos, y las libélulas, desde mucho antes.

Las libélulas, con eso de estar casi todo el día al sol, necesitan algo que, de vez en cuando, reduzca las calorinas que tienen que soportar. Lo mejor que podrían hacer sería ponerse a la sombra, cosa que suelen hacer las hembras, listas ellas, pero si los machos hicieran lo mismo perderían dominio de territorio de caza y “pesca”, así que, puestos a sufrir, lo que hacen es levantar su abdomen apuntando al sol, como poniendo el culete respingón, para minimizar la incidencia de radiaciones en sus cuerpos, haciendo que los rayos solares les pasen paralelos o casi, y que su abdomen quede en una especie de “sol y sombra”.

Trithemis kirbyi, macho maduro, con pose de «obelisco» en un brote de adelfa – Nerium oleander

Cuando algunas libélulas adoptan esa curiosa postura, que recuerda un poco aquello de “hacer el pino”, se dice que están haciendo el “obelisco”, una expresión conceptualmente incorrecta y que induce a una confusión de cómo es esa postura inteligente, porque los obeliscos de piedra no apuntan al sol, sino que siempre lo hacen al cenit del lugar donde están empinados y, por eso, dan una sombra móvil, como la varilla de los relojes de sol.

Trithemis annulata, macho maduro, «haciendo el pino», o en postura «obelisco»

Las libélulas que posan con esa intención termoreductora, permiten ver que la sombra que proyecta su cuerpo en el posadero es mínima, casi del mismo tamaño que la sección de su tórax, sin que su largo abdomen proyecte sombra alguna fuera del tórax por estar alineado con él y apuntando al sol, esté donde esté en ese momento, sin que el cenit del lugar tenga nada que ver en el apuntamiento.

Vista ventral de otro macho maduro de Trithemis annulata, minimizando sombras

La postura “obelisco”, a ciertas horas, permite ver fácilmente la parte ventral de las libélulas y observar su particular anatomía que, aunque no tenga la belleza simple de la zona dorso-abdominal, muestra mejor las estructuras ventrales y la disposición de las genitalias, que quedan relativamente ocultas en otras poses.

Vista ventral de un macho maduro de Crocothemis erythraea, con abdomen respingón

Este recurso de “hacer el pino” inteligentemente no es utilizado por todas las libélulas pero, en aquellos géneros que lo practican, mayormente los libelúlidos o Libellulidae, suelen hacerlo tanto los machos como las hembras, cuando éstas salen a tomar el sol.

Crocothemis erythraea,  hembra inmadura, en una vista ventral de aspecto extraño.

Aunque no tenga punto de comparación con las flexiones de sus proezas copulativas, la postura “obelisco” es algo forzada e implica una curvatura del abdomen respecto al tórax al que da sombra, perdiendo el alineamiento normal de las poses típicas. A veces adoptan posturas con una orientación casi cenital, pero la cabeza parece levantarse algo respecto al tórax, para mantener una mirada más horizontal que no mantendría si estuviese alineada con el tórax colocado casi vertical.

Trithemis kirbyi, macho maduro, con abdomen respingón, proyectando sombra impropia de obelisco típico

En esa postura “forzada” no siempre se apunta al sol y, a veces, se puede ver que el abdomen proyecta sombra, o sea, que el sol le está dando “de plano”. ¿Por qué curvan el cuerpo, si no es para reducir la radiación recibida?  Pues igual es para que alguna ligera brisilla les refresque por aumento de la convección del calor, como los homosapiens que se ponen a “tomar el fresco” o se abanican… pero de eso no hago apuestas.

Entonces, si lo de “obelisco” no es correcto ¿Cómo debería decirse?. Pues mire usté, desde antiguo se sabe del heliotropismo de los girasoles, por ejemplo, pero aunque el nombre de postura “girasol” fuera bonito, las libélulas con esta pose recuerdan más a un obelisco que a un girasol, o sea, que se seguirá diciendo lo de obelisco.

Los obeliscos modernos son huecos, se construyen in situ con grúas, hierro y hormigón. Son otra cosa, aunque algunos parezcan obeliscos altos, pero no esbeltos, como Obélix

Cuando hice las fotos de estas libes, volaban y retozaban felices por zonas cercanas a la Costa del Sol malagueña.  Sus poses en obelisco estuvieron, sin duda, muy justificadas.

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Gomphus con plus

Posted by Pele Camacho en 24 agosto, 2010

Hay un plus que destaca en este género en cuanto se le echa la vista encima;  sí, eso que, junto a los amarillos y negros de su cuerpo, le da un aspecto que recuerda alguna de esas estrambóticas maquinarias de mover peñascos y ñoscos.

Onychogomphus forcipatus, macho adulto, mostrando su genitalia secundaria y apéndices

De esos tres apéndices anales -por su proximidad a ese orificio final- les viene el primer medio nombre: Onycho, en griego clásico latinizado, que en sentido amplio quería decir “uña”, admitiendo que uñas son también las garras de cualquier rapaz, por ejemplo. Por  tamaño relativo al abdomen, en el mundo odonatero no hay otras parecidas ni de lejos  y, si el uso exclusivo de tales pinzas es agarrar entre los ojos a las hembras de su especie a modo de “abrazo amoroso”, con machos tan bien dotados, probablemente los de estas especies sean de los abrazos más temibles, a menos que sean también de los más precisos.

En nuestra geografía hay tres especies de Onychogomphus:  la más escasa en tiempo  -apenas dos meses al año-  y en espacios es la Onychogomphus costae, sin ningún trazo negro, casi toda ella en colores amarillos y pardos claros, según dicen los libros, porque yo no he tenido la suerte de verla todavía por mis espacios de ojeo.

Onychogompus forcipatus, macho adulto, sobre floripondio de Datura stramonium

Más frecuentes, fáciles de encontrar y confundir a primera vista, son los Onychogomphus forcipatus, cuyo tórax tiene líneas o zonas amarillas más anchas que las negras, así como en los últimos segmentos del abdomen donde predominan los amarillos y, finalmente,  amarillas son las “tenazas” – forceps en latín- que dan nombre a la especie: las dos superiores, o cercoides,  hacen un par simétrico y la inferior,  o lámina supraanal,  angulosa en su inicio y terminada en punta torcida en su final, con un tono amarillo-ambarino. La subespecie hispana es la “unguiculatus”, con esos amarillos predominantes que se han descrito.

Onychogomphus uncatus, macho adulto, mostrando sus zonas negras características

La tercera especie de nuestras  latitudes es la Onychogomphus uncatus, que tiene más negros y menos amarillos que la forcipatus spp. “unguiculatus”, tanto en las suturas del tórax como en los últimos segmentos del abdomen. La “uña” inferior  es negra y su forma de gancho curvado, –uncatus, en latín- , sin ángulo inicial ni torcimiento final, es el origen de su nombre específico. Esta especie está catalogada VU –vulnerable- en el Libro Rojo de los Invertabrados de España.

Onychogomphus uncatus, macho adulto, mostrando los ojos separados y abdomen típicos de «Gomphus»

Las vistas cenitales de las dos especies son casi idénticas, con su forma de clavo –gomphus-, con las diferencias de anchura y abundancia de los trazos negros, que en los uncatus interrumpen la continuidad del “collar” amarillo que tienen en la parte delantera del tórax dorsal, mientras que en los forcipatus la línea del “collar” es continua.  Además, éstos tienen una pequeña mancha amarilla en el vertex -zona más o menos trapezoidal entre los ojos, sobre la frente-  que no existe en el vertex totalmente negro de los uncatus.

Aunque los odonatos sean invertebrados y sea normal en ellos hacer unas flexiones que pocos vertebrados pueden imitar, resulta difícil imaginar cómo, en pleno vuelo, son capaces de doblar su largo abdomen en un ángulo de casi 180º y acoplar la uña inferior, por delante, entre los ojos de la hembra y las dos uñas superiores por detrás de cada ojo, sin que los resultados del “pinzamiento” sean un elevado número de hembras tuertas después de tales proezas, tanto más cuanto mayor es el tamaño de esos apéndices anales. Quizás las hembras, al ver lo que se les viene encima, coloquen su cabeza, o sea, sus ojos, en la posición adecuada para que el agarrón sea todo lo correcto y efectivo que la evolución de 250 millones de años ha permitido a estos artistas del vuelo acrobático y la cópula en vuelo, o al vuelo.

Onychogomphus forcipatus, hembra adulta, mostrando sus reducidos apéndices anales

Las hembras, por el contrario, tienen unos apéndices anales de lo más normales, si así se admite que es el procedimiento de acoplarlos a los ganchos y cavidades que los machos tienen cerca del tórax, al inicio de su abdomen,  para que la genitalia de la hembra  -en su segmento abdominal S8-  entre en contacto con el segmento S2 del macho, donde están los órganos de su genitalia secundaria, un detalle exclusivo del que no se encuentra nada similar en todo el reino animal.  El proceso previo que habrá realizado el macho para la “recarga” de  la genitalia secundaria -en el segmento S2-  con el esperma generado en el poro espermático de la genitalia primaria  -en el segmento S9-  resulta, tal vez, más fácil de imaginar ya que no requiere la participación de la hembra, aunque la flexión del abdomen para que S9 contacte y transfiera el esperma a S2 requiere un esfuerzo de flexión aún mayor que el de la cópula.  Como la reproducción de los odonatos es un proceso complejo, solo hago una reflexión simple acerca de unas flexiones complejas.

Hay también matices “negros” en ese posadero-floripondio azul-lila clarito a punto de abrir, al que no se le puede negar atractivo visual, pero sí olfativo. Es una flor de estramonio -Datura stramonium- , también conocida como “higuera del infierno”,  donde estaban felices como diablillos algunos forcipatus.  Como muchas otras plantas tóxicas, ha tenido usos medicinales y veterinarios de los que se han derivado otros menos ortodoxos y mucho menos recomendables. Entre las historias “negras” que se oían por los pueblos de la España profunda, había una de alguien que fumó hojas secas de estramonio, a modo de sucedáneo del tabaco; parece que “lo contó”, pero que no le quedaron ganas para repetir y, desde eso, cómo no,  a las brujerías o “aliños” propios del “vudú” europeo y mediterráneo de tiempos pasados, en los que las solanáceas tóxicas dieron mucho juego y disgustos, por envenenamientos de toda índole y condición.

Entre el cocktail de alcaloides tóxicos que contiene esa mata que puede matar, está la atropina, cuyo nombre deriva de aquella Parca de las tijeras que los griegos temían nombrar, y también la escopolamina, utilizada como primer “suero de la verdad”, alias “burundanga” en Sudamérica, donde se cita su uso y abuso en refinados actos delictivos de malajes y malevos. Como para plantarla en el jardín…

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Los Gomphus

Posted by Pele Camacho en 18 agosto, 2010

Dentro del orden Odonata, la familia Gomphidae tiene en la península ibérica tres subcategorías o géneros: Gomphus (Leach, 1815), Onychogomphus (Selys, 1854) y Paragomphus (Cowley, 1934).  Ante tantos “gomphus” ¿Quién no se pregunta un qué o el por qué de ese nombre o sufijo?

Entre las características que los tres géneros tienen en común está la disposición de sus ojos, más o menos separados, un detalle único en el suborden de los anisópteros, mientras que es lo normal en el de los zigópteros. Otra característica común es su tamaño relativamente grande, entre 45 y 55 mm, con un abdomen que en su extremo final suele tener un abombamiento, más o menos acusado en unas especies que en otras y variable también según el sexo, siendo más patente en los machos.

Gomphus graslinii, macho maduro, posando cerca del arroyo donde patrullaba

Cuando el homosapiens quiere encontrar parecido con algo que le sea familiar siempre lo encuentra,  y esa forma del abdomen recordó a Leach la forma de un clavo con cabeza,  – un “gomphus”, al latinizar el término del  griego clásico- y les clavó ese nombre, pero… ¿Qué clase de clavo le recordó?  Recuerdo de mi infancia a los apicultores de entonces  -“mieleros” se llamaban ellos-  que hacían colmenas cilíndricas con el corcho desgajado de troncos de alcornoques,  en los que hacían un único corte vertical para sacar entero el “cilindro” que sería la carcasa de la colmena y, más tarde, para  unir o grapar los bordes del cilindro, utilizaban clavos tallados a partir de ramas de jara o de adelfa.  Era una “tecnología” ingeniosa, barata y práctica: un mielero hacía varias colmenas en un día y las carcasas y sus clavos naturales aguantaban la intemperie durante bastantes temporadas. Algunos de aquellos clavos tenían una forma parecida al abdomen de los “gomphus”, pero eso lo he sabido muy recientemente. He intentado ver alguna de aquellas reliquias de “mieleros”, pero ya no existen.  La competitividad y “las nuevas tecnologías” pudieron con ellas y con ellos.

Los “gomfidos” son criaturas exigentes con la calidad medioambiental, lo que limita su presencia en muchos hábitats y pone en riesgo su supervivencia en lugares donde antes vivieron sin problemas. Dentro del Apéndice I  (pág. 21) del documento “European Red List of Dragonflies

http://ec.europa.eu/environment/nature/conservation/species/redlist/downloads/European_dragonflies.pdf

de las tres  especies que se encuentran en España, solo la Gomphus pulchellus está reconocida como “estable” a nivel europeo. Las especies Gomphus simillimus y  Gomphus graslinii están consideradas como “decrecientes” en Europa y, respectivamente, como “vulnerable” y “en peligro” en Andalucía.

Paragomphus genei, hembra adulta, agarrada a rama

Junto  a los “Gomphus” de Leach, nos encontramos los “Paragomphus” de Cowley, etiquetados así más de un siglo después.  Solo existe una especie de este género en Europa, la Paragomphus genei que, afortunadamente, parece gozar de una población estable e incluso en expansión. El prefijo “para” se usa para indicar que algo está “junto a” otra cosa, que están cercanos o, simplemente, que se parecen.  Ni más ni menos, eso es lo que el nombre “Paragomphus” indica en relación al “Gomphus”; con estos géneros monoespecíficos, a veces surgen dudas de si sus diferencias con los géneros afines son más importantes que sus semejanzas, como para justificar su identificación genérica diferente.   Al fin y al cabo, es una cuestión de hacer más o menos estrecho el margen o el criterio por el que unas u otras especies se consideran de géneros distintos. No sería la primera vez que, en estos asuntos de identificación zoológica, se da un giro “reclasificatorio” y unas familias absorben a otras y los que eran “primos segundos” pasan a ser “primos hermanos”. O viceversa.

El tercer grupo, los “Onychogomphus”,  son los que parecen “parientes” más alejados dentro de la familia de los “Gomfidos”.  Por eso los presentaré en una entrada futura.

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Despeñaperros… do pasarán vuesas mercedes

Posted by Pele Camacho en 16 agosto, 2010

Breves apuntes históricos

La historia de las vías de comunicación entre Andalucía y la meseta castellana se inicia a mediados del siglo XVIII, cuando se apreciaron las dificultades para llevar a Madrid los productos procedentes de las colonias americanas que, en buena parte, entraban por el puerto de Cádiz.  Por aquellos tiempos, en Sierra Morena sólo existían cañadas pecuarias y caminos por los que apenas podían circular carros, con el suspense añadido de los bandoleros de la época. Para facilitar el tránsito, el ingeniero Joaquín Iturbide propuso el arreglo del camino del Puerto del Rey que, según la leyenda, fue el que enseñó el pastor Martín Halaja a las tropas cristianas que participaron en la batalla de las Navas de Tolosa, pero las fuerzas de los animales que tiraban de los carros cargados de mercancías eran incapaces de subir las pendientes de aquellos atajos. Iturbide pensó como alternativa en un camino más llano por el desfiladero de Despeñaperros, el único paso natural entre Andalucía y la meseta castellano- manchega, pero implicaba una difícil obra de ingeniería  en una garganta estrecha entre farallones de paredes verticales sobre el río Despeñaperros, que entonces se llamaba Magaña.  Hoy, el Magaña y el Cabezamalo se unen para iniciar al Despeñaperros, poco antes de su entrada en Andalucía.

Pocos años después, el ingeniero Carlos Lemaur realizó un Mapa general del camino proyectado entre Valdepeñas y Anduxar pasando por Despeña Perro, a la orilla del río Magaña evitando toda cuesta y particularmente las del Puerto del Rey. El mapa supuso la construcción entre 1778 y 1780 de una carretera para las diligencias de la época, de 34 Km de longitud, 11 metros de anchura y un coste de 2 millones de reales.  El proyecto de Lemaur  fue calificado por sus coetáneos de “magnifico y unos de los más difíciles y mejor trazado de Europa”. Casi un siglo después, en 1866, se construyó el viaducto del ferrocarril Manzanares-Córdoba, que fue el único entre la meseta y Andalucía hasta que se inauguró la línea del AVE para la Expo 92.

El Plan General de carreteras de 1877 fijó el trazado de la carretera N-IV que, con el Plan de Circuitos de Firmes Especiales aprobados en 1926 y un presupuesto de 227 millones de pesetas para el arreglo de 4.000 Km en todo el país, dejó la carretera como estuvo hasta que se iniciaron los desdoblamientos para la autovía A-4. El primer tramo del actual desdoblamiento de la N-IV, entre Santa Elena y Las Correderas, se terminó en 1983 y el segundo, entre Las Correderas y Venta de Cárdenas, en 1984, para un tráfico que se estimaba entonces de 8000 vehículos diarios, siendo camiones un 31% de ellos. La longitud total del desdoblamiento fue de 17,5 Km. y el coste estimado de las obras fueron 2.200 millones de pesetas, de las de entonces, claro.

Trazado actual de los tramos de la Autovía de Andalucía A-4, con marcas del nuevo trazado en construcción.

(Picar en las imágenes para verlas con mayor resolución)

Sobre el mapa topográfico se puede ver el trazado actual de las dos ramas de la A-4 y estimar el desnivel que tendrá la nueva autovía en construcción, desde la salida de Santa Elena  -760 m.s.n.m.-  hasta las entradas a 585 m. de los primeros túneles  que atravesarán el macizo oriental del desfiladero. Unos 175 metros y una longitud en línea recta de casi 5 Km, que, considerando las curvas del tramo real de viaductos y estimando una longitud de 6 Km, permiten estimar una pendiente media del 3%, desde los túneles hasta Santa Elena.

Despeñaperros, desde Santa Elena

La magnitud y belleza de algunas de las formaciones rocosas de Despeñaperros, como «Los Órganos» y el «Salto del Fraile«, en un área protegida y declarada Monumento Natural, son dignos de contemplar, pero no es fácil ni conveniente desde la autovía A-4 actual ni con su densidad de tráfico, que exigían desde hace tiempo una renovación de infraestructura vial que, afortunadamente, se acometió hace poco más de cuatro años.
A la derecha se ven los últimos tramos de los nuevos viaductos cuyas ramas se separan para adaptarse a las entradas de los primeros nuevos túneles  -380m.de longitud-.  Los segundos  túneles  -1.900m.-  coinciden en su entrada con el “desconchón” de una antigua cantera de áridos para la RENFE y atraviesan el macizo donde están los farallones de “Los Órganos”.  En el macizo de la izquierda, junto al Collado de la Aviación, se ven los roquedos que algunos llaman “Cabeza de la mujer muerta”,  por la forma del relieve del horizonte desde allí hasta cerca del Cerro de la Estrella, el punto más alto  -1.258m.- de Sierra Morena, casi a 9 Km. en línea recta hacia el oeste.

El nuevo trazado

Desde la “muy alta” -770 m.s.n.m-, y “muy serena” villa de Santa Elena hasta el cauce del río Despeñaperros, que pasa por el fondo del desfiladero, hay un desnivel de unos 250 metros y una distancia en línea recta de apenas 7 Kilometros, pero eso sí, con frecuentes lomas y barrancos abruptos que forzaron un trazado de carretera zigzagueante de unos 15 Km. que empezó a ser problemática hace medio siglo.

 

 El nuevo trazado sobre los actuales tramos A-4 Sur y A-4 Norte

La actual autovía A-4, parcialmente construida en sus dos ramas sobre la anterior N-IV, es una de las seis radiales que salen de Madrid. En 1993 se empezaron a considerar posibles mejoras que la crisis post-92 y la política/políticos de entonces fueron dejando para mejor ocasión.  Para “marear la perdiz”, en 2002 se anunció un proyecto alternativo y megalómano de la A-41, tramo Puertollano-Córdoba, que no pasó del  bla-bla-bla, entre otras razones porque las únicas poblaciones cercanas eran algunas de las pocas que quedaban del lince ibérico. En 2004 se llegó a adjudicar un “arreglo” de la autovía actual, un “parche” que ya se consideraba insuficiente, y en 2006, por fin, se decidió “borrón y cuenta nueva”, o sea, un nuevo proyecto con nuevos trazados completos y paralelos de tres carriles en cada dirección y algo más de 9 Km. desde Santa Elena hasta pasado Despeñaperros, acortando en casi 4 Km. el trazado de la actual A-4.
El nuevo trazado tiene cuatro viaductos que cubren el descenso desde Santa Elena hasta llegar a los primeros túneles, poco después  de Las Correderas y del actual enlace con la carretera A-6200 que sube hacia Aldeaquemada, pasando cerca de la Cueva de los Muñecos  y por el Collado de los Jardines, desde donde se tienen las mejores vistas del Parque Natural de Despeñaperros.

La construcción de la nueva Autovía de Andalucía

La ingeniería utilizada es de las que impresionan y merecen un aplauso: no cabe duda de que en nuestro país se sabe proyectar y hacer carreteras difíciles. La técnica empleada en los viaductos se basa en utilizar una especie de gigantescas dovelas de forma trapezoidal, con unas aletas laterales que dan el ancho de los tres carriles que tendrá cada ramal de la nueva autovía.

La técnica y grúa de montaje de dovelas en viaductos

Las dovelas son unas estructuras de hormigón armado que se fabrican en una nave construida exclusivamente para el proyecto, al otro lado de Santa Elena, desde donde se transportan, una a una y a lo largo, en camión especial, hasta el lugar donde se van a colocar y, con una compleja estructura metálica, a modo de grúa tumbada, se van colocando y uniendo a las anteriores, construyendo así los tramos que van soportados sobre los gigantescos pilares previamente construidos, con una precisión sorprendente para el profano en Ingeniería civil. En la foto siguiente se pueden apreciar las uniones entre dovelas.

El segundo viaducto, sobre un arco de la actual A-4 Norte, vistos desde una curva de la A-4 Sur

En cuanto al impacto medioambiental, sinceramente, no sé cómo se mide o se expresa de forma objetiva para algo así, pero comparando el nuevo trazado con las dos ramas del actual, desde un punto de vista de molestias a la fauna y contaminación, supongo que mejora con el nuevo trazado.  Y en cuanto al “impacto” visual, pues cada cual tendrá su respetable opinión. La mía es que el nuevo trazado es una magnífica obra de ingeniería, de gran belleza y que, aunque en estos casos, se haga lo que se haga, viaductos, puentes, túneles, etc. siempre alteran el medio natural y el paisaje, ese es el pago para evitar las retenciones kilométricas, las penosas operaciones retorno, los fatales accidentes y otras penitencias de nuestra vida moderna.  Y hablando de otros “pagos”, pues unos 200 millones de euros, según dicen los periódicos.  No es poco, pero si se hubiera hecho antes hubiera costado menos y se hubieran ahorrado muuuchos millones de litros de gasofa y muuuchas horas de viaje.  Hay por ahí obras, de mucha menos envergadura, duración y dificultad, que han costado proporcionalmente mucho más de lo que dicen que va a costar ésta. ¡Lástima que no se hubiera hecho muuucho antes!

El último tramo de viaducto, en la rama Norte del viaducto-3, sobre el Arroyo del Rey

Se espera que esté inaugurada antes de 2012 y, visto cómo está en Agosto 2010, es perfectamente posible, creíble y conveniente. Hay elecciones generales en 2012 y una cosa así da puntos, o sea, votos. En este caso, si todo termina bien, muy merecidos.  Supongo que serán muchos los viajeros que apreciarán la diferencia.

Despeñaperros. Un bello paisaje agreste, con mucha historia y con un nombre chocante cuyo origen no está muy claro: algunos lo relacionan a lo escarpado de algunos de sus “despeñaderos”, pero otros dicen que, tras la batalla de las Navas de Tolosa, los vencedores cristianos arrojaron por el desfiladero a los musulmanes vencidos, considerados en aquella época como “perros”. Me cuesta creer esta versión, por la orografía y la distancia de los “despeñaderos” a los parajes donde fue la batalla. Para los supuestos “despeñadores”, imagino que habría sido más fácil y rápido aplicar otros métodos para terminar la contienda. En la época actual parece que algunos musulmanes llaman “perro” al cristiano al que quieren insultar, y bordan el acto si le tiran un zapato, como si fuera un chucho. Por unos y por otros se puede entender aquella frase de Lord Byron: “Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perro”.

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