Sorpresas y paisajes

Fotografías de lo que veo por esos campos…

Archive for septiembre 2013

Rocas por El Chorro

Posted by Pele Camacho en 22 septiembre, 2013

Algunos asocian Málaga a Costa del Sol como si toda Málaga fuera costa. Pero basta echar un vistazo al otro lado, enfrente de la costa, para ver “Las Tetas de Málaga” y, más allá, las cuestas que llevan al Parque Natural Montes de Málaga que, en apenas 20 Km de magníficos paisajes, llegan al Puerto del León, a 932 msnm. y al  radiofaro o VOR-DME que ayuda a la navegación aérea desde sus 1009 msnm. Algo más lejos, pero visible desde las zonas altas de la ciudad, el pico romo de la Maroma pone un techo de 2066 m. a los montes malagueños. Desde los Montes de Málaga se ve la Sierra del Torcal de Antequera, cuyas formaciones kársticas evocan figuras acordes a la imaginación de sus visitantes y, más allá de Villanueva del Trabuco -un nombre no menos evocador- la Sierra de Camarolos. Hacia el oeste se ve la Sierra de las Nieves con una reliquia botánica como los pinsapos y el pico Torrecilla, de 1919 msnm.  No, sin duda, a la provincia de Málaga no le faltan montañas…

Pero esta entrada va por otros paisajes de belleza agreste y vértigo hasta por aprensión; en la interné hay cientos y cientos de páginas que relatan sus detalles y rutas para recorrerlos: están cerca de Ardales, un pueblo con encanto en las faldas de su peña, como anuncio de los desfiladeros y peñascos que apabullan al visitante pocos kilómetros más allá, en un paraje conocido como El Chorro. De sus vistas impresionantes, es difícil seleccionar cuatro o cinco fotos para colgar en esta entrada, pero ahí van algunas a las que siempre suelo mirar como si fuera la primera vez.

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El Desfiladero de los Gaitanes, el río Guadalhorce y algunas aportaciones de los homosapiens

(Picar en las imágenes para verlas con más resolución)

Poco después de Ardales, al tomar el desvío que lleva a El Chorro, se empieza a bajar una estrecha carretera que, poco a poco, queda encajonada entre farallones y árboles que apenas dejan hacer una foto por falta de luz y de ángulo para apreciar la belleza que te rodea. Y cuando la vista se abre, aparece el tajo descomunal del Desfiladero de los Gaitanes, por donde pasa el río Guadalhorce que cede protagonismo a los farallones que lo encajonan entre paredes casi verticales de más de 100 m. de altura, y desde donde chorrea algún aliviadero cuya agua se pulveriza antes de llegar al fondo.  Algo más abajo, cuando una pequeña central hidroeléctrica rompe la belleza natural de cualquier vista posible, se puede observar la magnitud de los promontorios que se rompen en el desfiladero y hacer alguna foto en la que se pierde el río mientras se intenta ocultar las torretas y cables de la central.

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Una vista recortada de los promontorios que se rompen en el Desfiladero de los Gaitanes

Aparte de la central y la presa que hay poco más abajo, la obra de los homosapiens resalta en el paisaje en la forma de un puente que une los dos farallones y, además, por unas pasarelas que más se aprecian por su sombra que por su forma: son conocidas como «el caminito del Rey» y fueron construidas como una vía de servicio, supuestamente segura, allá por 1905.  Algunos años después, el rey Alfonso XIII pasó por alguna parte de ellas y de ahí les quedó el nombre pero, como dice el tango:  «Caminito que el tiempo ha borrado...», el tiempo tumbó las protecciones o agarraderos que entonces pusieron, abrió el suelo en algunas zonas de la pasarela y hoy, el «caminito» es calificado como la senda más peligrosa del mundo.

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El desfiladero y algunos «desfilantes» de la pasarela más peligrosa del mundo

Eso dicen algunos…, porque otros disfrutan desfilando por ella, de un lado al otro en sus casi 3 Km de largo y apenas 1 metro de ancho, cruzando ese puente que no es más seguro que los «caminitos» que une  -o separa, según se imagine el asunto-, presumiendo, supongo yo, de insensibilidad al vértigo y jugándose el tipo contra las leyes de la gravedad y de la Junta de Andalucía, porque dicen que está prohibido pasar por el «caminito» y que la multa es de las gordas, pero eso no corta los desfiles, ni tampoco los accidentes que hubo en tiempos recientes porque, como decía el torero Rafael «El Gallo»: ¡ Hay gente pa toó !

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La peña de Los Castillejos, junto al viaducto del ferrocarril de Málaga a Bobadilla

Pero no solo están por allí esos despeñaderos de El caminito: poco más allá de la estación de ferrocarril de El Chorro hay un enorme peñasco con múltiples agujeros para cobijo de buitres y otras especies -o especímenes- amantes de las alturas. Lo llaman Los Castillejos, o Los Castillones y con su forma y dimensiones tiene poco que envidiar a los promontorios de Los Gaitanes.

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Formaciones geológicas cerca de las ruinas de Bobastro, por la vertiente oeste de la Mesa de Villaverde

Saliendo de la carretera de acceso a El Chorro, hay una estrecha carretera asfaltada que lleva al Mirador del Tajo de la Encantada, desde donde se puede disfrutar de una vista espléndida de todo el valle de El Chorro, y de mucho más allá, como la Sierra Huma. Es curioso observar el cambio en la geología del lugar, donde abundan formaciones rocosas de arenisca, erosionadas por el tiempo y por los homosapiens que vivieron por allí hace más de diez siglos.  A mitad de camino se encuentran parte de las ruinas de Bobastro, un enclave donde el guerrillero Omar Ben Hafsún se rebeló contra los gerifaltes omeyas de Córdoba porque, según parece, en esta península con forma de piel de toro, desde la noche de los tiempos, hubo gerifaltes secesionistas, cantonalistas, independentistas, cuentistas… que no tenían nada mejor que hacer. La parte que falta de las ruinas, se la llevó el tiempo, la erosión y los homosapiens de los tiempos modernos, cuando hicieron la carretera y la presa que alimenta la turbina de la central eléctrica que hay frente a la estación de El Chorro. Pero esas son otras historias…

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Brujas y sirenas

Posted by Pele Camacho en 5 septiembre, 2013

La influencia de la mitología en la Biología se remonta a los comienzos de la nomenclatura de Linneo,  que utilizó nombres de personajes mitológicos para nominar a las especies con el sistema binomial que propuso. No había entonces más razones para usar aquellos nombres que las que haya hoy para hacerlo -como se ha hecho- con personajes de ”La guerra de las galaxias” o “El señor de los anillos”: el objetivo era, y es, clasificar organismos asignándoles un nombre que, normalmente, no detalla características del género o la especie nominada. Los detalles prolijos son objeto de la clasificación taxonómica, que supone conocimientos profundos de las especies y de sus agrupamientos dentro del reino animal o vegetal.

En uno de mis recientes safaris  -fotográficos, se entiende-  encontré, por azar, unas criaturas cuyos nombres recuerdan a personajes fabulosos que oí por primera vez, hace ya muchos años, en películas que ya no se hacen: Ulises, Circe, las sirenas… unas fantasías que, después de 25 siglos, siguen hechizando a científicos que igual ponen sus nombres a estrellas y constelaciones que a mariposas.

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Brintesia circe,  posando en tierra, sin miedo,  a cuatro patas

(Picar en las imágenes para verlas con más resolución)

Primero me salió al paso -quizás, la espanté- una Brintesia circe (Fabricius, 1775), una mariposa espectacular, grande, de vuelo rápido con sus alas de colores blancos y grises o pardos oscuros, que resaltan sus contrastes frente a los pálidos secarrales del campo de Agosto. Y recordé las odiseas de Ulises y sus compañeros con Circe, la diosa hechicera que encontraron en su viaje de vuelta a casa, después de pasar diez años en la guerra de Troya, según imaginaron sus mitógrafos.  Circe, como buena bruja que era, preparaba pócimas con fórmulas secretas -como la Coca Cola- con las que convertía a sus visitantes en animales más o menos domésticos, hasta que se le escapó uno y se chivó a Ulises que, provisto de un antídoto que le regaló Hermes, obligó a Circe a reconvertir a sus compañeros de cerdos a humanos. Pero Circe debía ser una bruja con muchos recursos, como ilustra una pintura de J.W. Waterhouse, porque Ulises y sus compañeros se quedaron por allí unos cuantos años, dejando descendientes y sentimientos antes de partir hacia su casa, donde Penélope le esperaba haciendo punto. Circe, que por ser bruja debía saber de muchas cosas, dijo a Ulises cómo debía actuar para librarse del embrujo de los cantos de las sirenas.

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Posando en las alturas, ocelo avizor, agarrada a una hoja de encina con sus cuatro patas

La Brintesia circe, también, como cualquier buena bruja, no suele mostrar sus secretos: es muy difícil ver sus anversos, que solo muestra durante sus vuelos, muy llamativos por el tamaño de sus alas. Es una mariposa relativamente confiada, que casi siempre posa con las alas plegadas, pero cuando nota que algo se aproxima a ella, suele desplazarlas para mostrar el ocelo apical de sus alas delanteras, como si observara con ellos o quisiera asustar al intruso. Entre sus dotes de pequeña bruja está su capacidad de emitir sonidos –estridular– otro secreto que muy pocas mariposas tienen.

 Las Brintesias pertenecen a la familia Nymphalidae, o de los ninfálidos, en la que hay clasificadas casi 6000 especies, aunque no todas son “ninfas”, porque en la última ordenación taxonómica se le añadieron las especies de la antigua familia Satyridae, o de los “sátiros”, quedando algo revueltos sátiros y ninfas, como en un famoso cuadro de Bouguereau.  Así, podría decirse -por aquello de las ninfas- que en la nueva familia hay muchas bellezas, “salvo algunos casos” que se dice últimamente, -por aquello de los sátiros- y, por cierto, todos los ninfálidos que se muestran en esta entrada, antes de «ninfálidos» fueron «satíridos», pero como la Taxonomía es una ciencia en constante evolución…

IMGP0217_1200_786KNLa belleza de una ninfa aérea: Nymphalis polychloros (Linnaeus, 1758)

Las sirenas mitológicas eran unas ninfas marinas a las que muchos artistas han imaginado con su medio cuerpo inferior en forma de cola de pez, en lugar de las piernas que tenían las ninfas normales. En ese detalle, las sirenas imitan una de las características de los ninfálidos, que tienen dos patitas atrofiadas, aunque esa falta pasa desapercibida ante la belleza del resto que en nada recuerda a los peces. Las sirenas, entre otros encantos, tenían el de sus cantos; con ellos hechizaban a los navegantes, o sea, los embrujaban, atrayéndolos hacia unos arrecifes y acantilados donde encallaban y eran devorados por las sirenas. Mal asunto era, y sigue siendo, ese de los cantos de sirenas.

_IGP2574_1200_1256KNNymphalis polychloros, en su papel de sirena asomada al acantilado de una pequeña roca 

Ninfas mitológicas había para todos los gustos: algunas eran buenas y muy bellas, por lo que hacían como de azafatas en las reuniones de dioses y diosas mayores. Modernamente, aquellas reuniones han pasado a ser eventos que, con el nombre de asambleas, congresos, comisiones, etc., etc.,  siguen montando algunos homosapiens que se creen semidioses y gustan de amenizarlos con azafatas a las que suelen vestir  con uniformes de poco gusto, para que no les quiten protagonismo a los semidioses, supongo yo…

IMGP0877_1200_1094KNCoenonympha dorus, una de las ninfas bellas, con su banda plateada que recuerda a Misses o billetes

Entre las ninfálidas normales de nuestros campos, cabe mencionar las Coenonymphas, nombre que indica eso, que son ninfas comunes, que están casi en cualquier parte y son fáciles de ver, como la Coenopnympha dorus (Esper, 1782), nominada así en honor de una bella ninfa oceánica , o la Coenonympha pamphilus (Linnaeus, 1758), cuyo nombre de especie no indicaba que fuera “pánfila”, sino “bondadosa”, “siempre amistosa”, lo que derivó en el genuino significado de «pánfilos» que se da a aquellos que se pasan de bondadosos a cándidos.

IMGP5119_1200_1314KNCoenonympha pamphilus,  pequeña e inocente, polivoltina, cándida y amigable

En nuestras latitudes apenas hay ninfálidos dañinos, que lleguen a ser plaga de especies vegetales, un aspecto negativo que se llevan casi en exclusiva las orugas, que algunos llaman ninfas, de ciertas especies de la familia Pieridae o de mariposas heteróceras  o polillas.  Los ninfálidos  y sus ninfas son inofensivos, pacíficos y se limitan a llamar la atención de los que gustan de mirar la naturaleza y admirar la belleza de algunas de sus criaturas, aunque tengan nombres de sirenas, de ninfas o de brujas, porque…  ¿quién no conoce alguna bruja buena, aunque de vez en cuando se enfurezca?

Hace unos cuantos siglos, inquisidores y guardianes de la ortodoxia hicieron pasar muy malos ratos a las brujas, quemándolas en vivo y en directo en eventos que montaban con hogueras en las plazas públicas para librar al pueblo de hechizos y malaventuras. En los tiempos modernos surgieron otras brujas y hechiceros que, con modernos cantos de sirenas, engañaron al pueblo de manera directa y siguen intentándolo, también, en forma diferida. Está por ver si los inquisidores modernos serán capaces de librar al pueblo de tales encantadores, antes de que los hechos diferidos prescriban como resultado de las modernas técnicas de embrujo, miento y encantamiento. Pero esas son otras historias…

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