Sorpresas y paisajes

Fotografías de lo que veo por esos campos…

Archive for abril 2011

Volando voy…

Posted by Pele Camacho en 25 abril, 2011

       «Volando voy, volando vengo                    

por el camino, yo me entretengo… «

                                                                                                           (Disco  «La leyenda del tiempo», Camarón de la Isla, 1979)

Las Anax ephippiger (Burmeister, 1839) parecen pasarse la vida volando; hay quienes dicen -pero no sé si exageran- que vuelan hasta de noche, pero lo normal es verlas de día, hasta el atardecer, patrullando de manera casi permanente, incluso en “tandems”, con apenas las interrupciones mínimas necesarias para hacer sus puestas en algunas de las charcas y lagunas que encuentran en sus periplos.

Volando voy…

El nombre del género Anax  -“señor, individuo con mando…”- hace honor al tamaño de las especies y a su carácter dominante, agresivo, un tanto chulesco, aprovechando la suficiencia que les debe dar su porte y circunstancia. El nombre de la especie, ephippiger, aunque suena como alemán, parece derivar de una combinación del vocablo griego “ephippion”, que significaba “silla de montar”, y el sufijo latino “ger”, indicativo de “llevar”:  con la combinación de ambos se resalta lo llamativo de la mancha azul que llevan los machos en la parte dorsal del segundo segmento abdominal, como si fuera una “silla” para algún jinete imaginario que pudiese montarla.

…volando vengo…

Tienen una distribución muy amplia por toda África, de Este a Oeste y de Norte a Sur, e incluso Asia, pero es una especie de marcado carácter migratorio y hay frecuentes citas de su paso por oleadas de cientos, quizás miles, de ejemplares que al comienzo de la primavera vuelan hacia el Norte. En España se la ve  -con distribución errática- desde Febrero hasta Octubre, aunque, excepcionalmente, se las puede ver también casi todo el resto del año. Si bien es difícil apreciar detalles de su anatomía en vuelo, es característico el brillo ligeramente dorado de sus alas al ser atravesadas por la luz solar.

Por el camino…

Al parecer, suelen aprovechar vientos sureños africanos, como el siroco, que les impulsan hacía Europa, empalmando por ahí arriba con vientos atlánticos que las llevan incluso hasta Islandia, hasta donde no llega ninguna otra libélula. El nombre popular anglosajón es Vagrant Emperor, emperador vagabundo, precisamente por su carácter de especie migratoria, porque bien podría decirse de ella que es una especie a la que “le va la marcha”.

... yo me entretengo

Sin mucho riesgo de exagerar -diría yo- es más probable hacer una foto de ellas en vuelo que en reposo, circunstancia coyuntural poco frecuente para el fotógrafo que las observa; pero aunque solo sea en cortos intervalos, el instinto de propagación de la especie -y la suerte- permite, alguna rara vez, ver una quietud en parejas que es casi imposible a nivel de individuos. Las que aparecen en estas fotos volaban, aparentemente felices, inquietas e incansables, hace apenas una semana, en unas charcas cerca de donde el río Despeñaperros se junta con el río Guarrizas, camino de los primeros embalses de la cuenca del Guadalquivir.  Vaya usté a saber, camino de donde volaban ellas…

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Caballitos azulitos

Posted by Pele Camacho en 18 abril, 2011

No sé a quién se le ocurrió el apelativo castellano de “caballitos del diablo” para la suborden Zygoptera o Zigoptera, del orden Odonata u Odonatos, pero me parece un nombre poco afortunado en su referencia «diabólica”  porque, si hasta la Iglesia niega ya su existencia,  ¿quién había visto al diablo, si no fue en algún dibujo con exceso de imaginación?.

Los angloparlantes y francoparlantes casi coinciden en sus denominaciones de “damselflies” y “demoiselles” que vienen a significar lo mismo –“damiselas» o «señoritas”- probablemente, por una asociación de ideas que refleja la esbeltez de su anatomía de zigópteros, comparada con la robustez de tórax y abdomen de sus parientes anisópteros. En promedio, las dimensiones de los zigópteros son menores que aquellas de los anisópteros, pero como toda regla tiene excepciones, hay algunos zigópteros –pocos, desde luego más largos que algunos anisópteros y no todos los zigópteros reposan con las alas plegadas contra su cuerpo, como significa ese nombre de la suborden, pues hay algunos que lo hacen como la mayoría de los anisópteros, con las alas casi perpendiculares al cuerpo.

Vista dorsal de un macho adulto de Enallagma cyathigerum (Charpentier, 1840)

En cuanto a colores, al igual que los anisópteros, tienen representantes con casi todos los colores del arco iris, en una amplia gama de tonos claros, oscuros, con brillo metálico, con manchas o bandas, etc., etc.  Los azulitos, de los que en esta entrada se presenta a la especie Enallagma cyathigerum (Charpentier, 1840)  son un ejemplo de lo fácil que puede ser equivocarse por una primera impresión de sus colores: es cierto que los machos adultos son azules, con un azul intenso y franjas negras que a los más futboleros les recordaría la camiseta “neroazurra” del Inter de Milán, pero…

Vista de perfil de un macho adulto de Enallagma cyathigerum (Charpentier, 1840)

Pero ese aspecto se presenta en varias especies más y, dadas las semejanzas entre ellas en colores y tamaños, es conveniente tener fotos con el ángulo apropiado para ver detalles que permitan identificarlos con suficientes garantías. A veces, una foto de perfil puede servir de complemento a otra de planta dorsal o cenital, para hacer una identificación correcta, porque la forma de las manchas o bandas negras son casi la única clave para diferenciar especies por detalles que, desde luego, son inapreciables a simple vista.  Cyathigerum, por ejemplo, hace referencia a la mancha negra con forma de copa que los ejemplares de esta especie tienen en el dorso del segundo segmento del abdomen. Es una de las claves con las que mejor se diferencian los azulitos.

Macho muy joven de Enallagma cyathigerum (Charpentier, 1840), lejos aún de su color azul característico

Por si fuera poco, las variaciones de color que se observan en sus cortas vidas no siguen más lógica o regla que la que llevan en sus genes y la identificación de los individuos jóvenes por comparación a sus congéneres adultos es poco menos que imposible… ¿Quién diría que ese pequeño bisho de color acaramelado dentro de un par de semanas va a cambiarse de camiseta y a ponerse la “neroazurra”?

Los Enallagma -que significa «confundible»- como las especies de Coenagrion  con las que frecuentemente se confunden, son de las primeras especies en aparecer, en primavera.  Los ejemplares de las fotos fueron fotografiados en varias charcas de la provincia de Málaga, donde tienen una amplia distribución.

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Las Tetas de Málaga

Posted by Pele Camacho en 14 abril, 2011

Hay lugares cuya orografía parece provocar a la imaginación, y siempre hay quien tiene de sobra para  entrar al trapo y tener una ocurrencia. En este caso, parece que fueron algunos marineros quienes acuñaron el topónimo “Las Tetas de Málaga”, con el que muchos malagueños llaman al Monte de San Antón, que es el nombre más legal que figura en planos y mapas.

Cuando los barcos arriban a Málaga desde Levante, apenas 3 Km en línea recta al norte de las playas del popular barrio de El Palo, se aprecia la atractiva silueta del Monte de San Antón con sus dos cumbres casi gemelas, la de Poniente con 491 metros y la de Levante con 508 metros  s.n.m. , separadas entre sí poco más de 400 metros.   En España hay, al menos, otros dos lugares con la misma referencia anatómica: es normal, diría yo, habida cuenta de la condición de mamífero del homosapiens.

Las Tetas de Málaga, vistas desde abajo, subiendo desde El Palo (picar en las imágenes para mayor resolución)

En el año 2007, después de realizar un extenso y detallado estudio de flora, fauna, geología y de otros aspectos del entorno en que se encuentra el Monte de San Antón,  se presentó una Memoria para solicitar su declaración como Monumento natural.  No se merece menos, porque es un lugar muy apreciado por los malagueños, un paisaje que gusta contemplar no solo por su singular belleza, magnitud y cercanía sino, quizás, también por las vistas que se pueden disfrutar desde aquellas cumbres: mirando al Sur, la vista se pierde en el horizonte del Mediterráneo, con un impresionante ángulo de casi 150º; mirando al norte, el contraste de los picos y laderas del PN Montes de Málaga; podría decirse que, desde las Tetas de Málaga,  se mire a donde se mire, se suspira…

Las Tetas de Málaga, vistas desde arriba, subiendo al PN Montes de Málaga

La escena desde más arriba de “las Tetas”, cuando se sube por la A-7000 al PN Montes de Málaga, ofrece el horizonte del Mediterráneo como si fuera un nivel para comparar las alturas de las dos cimas en el paisaje de mar y cielo que hace de fondo.  En cualquiera de las dos vistas principales, el Monte o Cerro de San Antón -que también lo llaman así- es un relieve que llama la atención, y por esto se puede calificar como un hito paisajístico.

La bahía de Málaga, vista desde la «Teta de Poniente«

Y si se quiere tener una buena y amplia vista de la bahía de Málaga, nada mejor que subir a la “Teta de Poniente“.  La escena desde allí es de esas en que, aun viendo tanto, se deja de ver mucho de aquello que de cerca no gusta ver.  En fin, una subida para repetir y un sitio para recordar.

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Tres fases y una flor

Posted by Pele Camacho en 7 abril, 2011

Se podría decir que la reproducción de aves, reptiles y peces pasa por dos fases, utilizando el huevo como fase previa. Sin embargo, no se habla de metamorfosis en esos animales, aun siendo innegable que entre las dos fases hay una profunda transformación, que es lo que quiere decir metamorfosis. Tal vez, solo se merece la palabra cuando al menos hay tres fases o estadios, como en los Odonatos, a los que se denomina hemimetábolos para indicar que su metamorfosis es incompleta, frente a los holometábolos que tienen metamorfosis completa, es decir, cuatro fases que culminan en la de adulto o imago con la capacidad bíblica del “Creced y multiplicaos”, reiniciando esa primera fase que algunos llaman “ovoposición” y otros “oviposición”, aunque ni la RAE ni los diccionarios ingleses recogen palabras con ese sentido, como si fuera suficiente con lo de “ovíparo”.
Los lepidópteros son insectos holometábolos y sus huevecillos son diminutos, difíciles de ver y encontrar, si no se tiene la suerte y referencia de alguna hembra en la típica actitud de puesta con el abdomen curvado. Muchas de ellas suelen hacerlo en horas y lugares impropios para la fotografía. Son, por tanto, infrecuentes los encuentros con la primera fase; por el contrario, los individuos de la segunda fase suelen ser fáciles de ver y llamativos, tanto en su aspecto como en su comportamiento.

Oruga de  Zerynthia rumina (Linnaeus, 1758), sobre una hoja de Aristolochia, su planta nutricia

Las orugas o larvas de lepidópteros se desplazan con relativa lentitud, siendo presa fácil de sus depredadores. Es una fase en la que se alimentan vorazmente de sus respectivas plantas nutricias, para alcanzar en poco tiempo el tamaño y madurez necesarios para cambiar a la siguiente fase; mientras tanto, muchas de ellas suelen adoptar formas repelentes, cubriéndose de pelos urticantes, de espinas múltiples y, frecuentemente, mostrando coloraciones aposemáticas que ahuyentan a posibles depredadores, como se comentó en la entrada anterior, «Veneno en la piel«. No se puede negar que su aspecto parece anunciar posibles disgustos gastronómicos y digestivos.

“Candilillo”, flor de Aristolochia baetica, planta nutricia de muchas Zerynthias hispanas

En la protección aposemática, además del color está el sabor y, quizás, hasta el olor adquirido de algunas plantas nutricias que contienen sustancias tóxicas que la oruga metaboliza manteniendo la toxicidad que, supuestamente, debe producir algún disgusto a más de un predador potencial. Es el caso de las orugas de Zerynthia rumina (Linnaeus, 1758), cuyas plantas nutricias casi exclusivas son las del género Aristolochia, ricas en aristoloquina, un tóxico irritante de mucosas que, probablemente, desagrade a más de un pajarillo aficionado a incluir orugas en sus dieta. Y, por si fuera poco, también tienen alcanfor, esa sustancia de olor fuerte que ahuyenta a perros y gatos “meones” y, posiblemente, a más de un pajarillo.

Crisálida de Zerynthia rumina (Linnaeus, 1758), entre hojas de Aristolochia baetica

Los encuentros con la tercera fase son infrecuentes; antes de transformarse en crisálidas, las oruguitas suelen esconderse en algún lugar al abrigo de sol intenso, lluvias o, simplemente, depredadores. “Encuentros en la tercera fase” fue la traducción de título que aquí dieron a la segunda película de Steven Spielberg, con un tema también infrecuente por aquella época. Luego lo completó, más o menos, con “ET”, para mi gusto, mucho mejor película, aunque nos dejó con la duda de cuantas fases tenía la especie de ET. La crisálida de las Zerynthias es, como todas las de mariposas, sorprendentemente pequeña para contener, aunque sea muy bien plegado, el imago que saldrá de ella. Observándola cuando falta poco para la eclosión, a través de esa especie de tapadera traslúcida se perciben detalles del futuro imago.

Zerynthia rumina (Linnaeus, 1758), la Arlequín, un nombre popular tan bello como ella

Los imagos de Zerynthia rumina -mariposa Arlequín, la llaman por ahí- tienen una aspecto aposemático indudable. De hecho, parece que no le atacan los pájaros insectívoros. Pero, dejando aparte matices nutricionales, la mariposa Arlequín es, además de hermosota, sobre todo las hembras, una de las más bellas de nuestras latitudes. Hace pocas semanas han empezado a volar las primeras. La de la foto lo hacía el pasado 1 de Abril, en el PN Montes de Málaga.

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