La especie Orthetrum coerulescens (Fabricius, 1798) fue una de las primeras libélulas catalogadas y, además, le cabe el honor de haberlo sido por Johan Christian Fabricius (1745-1808), el discípulo de Carlos Linneo que fijó las bases para la clasificación de insectos y acuñó el término de la orden Odonata, separándola de la Neuroptera donde había estado previamente.
En aquellos tiempos, cuando casi “todo estaba por hacer” en Odonatología, podemos imaginar que los primeros nombres de especies que se asignaron lo fueron por alguna razón de anatomía, comportamiento, origen, etc., etc.; más tarde, posiblemente, cuando muchos de esos aspectos y nombres estaban ya asignados, se acudió a nombres mitólogicos, topónimos y asociaciones de ideas de origen múltiple que, en el mundillo de las libélulas, ha generado nombres tan peculiares como imperator, haemorhoidalis, torridus, sinaiticum, etc., etc.
El apelativo coerulescens, como los caerulescens y caeruleum también utilizados, derivan del vocablo latino caeruleus, relativo al color azul cielo –caelum– del que surgieron en castellano las palabras cielo, celeste y cerúleo, entre otras. Coerulescens podría tentar a una traducción macarrónica como “cerulescente” o “azulescente”, inadmisibles en el castellano actual, aunque se parezcan a luminiscente, fluorescente y algún otro adjetivo similar que suponga una emisión de luz que no viene al caso; nuestros vecinos franceses la llaman bleuissant, algo así como azuleante, que azulea o se vuelve azul, como ocurre a los machos que, poco a poco, se van recubriendo de la pruina que les da veteranía. Podría ser una denominación vernácula gramaticalmente aceptable, pero ya se ha visto en otras entradas que, más o menos, todos los machos de Orthetrum azulean, así que ya vale que se confundan en el aspecto y mejor no confundirlas también por el nombre de un azul indeterminado, o por cualquiera de los cientos de azules que se encuentran en cualquier diccionario de colores.
Macho joven de Orthetrum coerulescens, huso Rspl sin celdas dobles y pterostigmas anchos y claros
Independientemente del nombre y sus raíces, la especie coerulescens es bastante parecida a la brunneum y, a menudo, se confunden, pero menos si se observan juntas, porque la brunneum es suficientemente más grande que la coerulescens, un detalle relativo no evidente en una foto; sin embargo, si el ángulo de la foto lo permite, se puede apreciar que el tamaño del pterostigma en relación al del ala es más ancho en la coerulescens y de un tono amarillento-anaranjado, más claro siempre que el pardo del brunneum que, tal vez, por eso tiene ese nombre.
Macho joven de Orthetrum coerulescens, con dos celdas dobles sobre Rspl y bandas antehumerales
Aunque haya una cierta controversia en el asunto, parece que en los coerulescens ibéricos, al menos, el huso comprendido entre la vena Rspl -radial suplementaria- y la IR3 -interradial 3- contiene celdillas que suelen ser simples o, como mucho, dos o tres dobles, mientras que en la mayoría de las brunneum suele haber de 5 a 9 celdillas dobles, como mostraba la entrada anterior. En la parte dorsal del tórax de los machos jóvenes se pueden apreciar dos bandas antehumerales blanquecinas que suelen desaparecer en los veteranos por el recubrimiento de pruina. Esas bandas no existen en los brunneum.
Macho veterano de Orthetrum coerulescens, con ojos y morrete en azul más oscuro
Otro rasgo diferenciador, si está visible en la foto, es el morrete o zona frontal que en los coerulescens es pardo verdoso, mientras que en los brunneum es siempre de un azul clarito. También se puede apreciar un oscurecimiento pardo en los ojos de los brunneum veteranos, mientras que en los coerulescens permanecen azules, aunque de tono más oscuro que en los ojos juveniles.
Finalmente, aunque no tenga ningún valor identificador, parece que a los coerulescens de estas fotos les gustaba posar en “juncos churreros”, aquellos de ensartar las “roscas de churros” para llevar, una costumbre castiza, colorista y en desuso, tal vez, perdida en aras de la higiene alimentaria, supongo yo…
Los coerulescens de esta entrada convivían en buena armonía con sus parientes brunneum de la entrada anterior, entre juncos y charcas del PN Despeñaperros, Santa Elena, Jaén, en Agosto 2010