Sorpresas y paisajes

Fotografías de lo que veo por esos campos…

Archive for junio 2011

Rojillos

Posted by Pele Camacho en 29 junio, 2011

Los Ceriagrion tenellum  (Villers, 1789) son criaturas de aspecto delicado, con una longitud de unos 30 mm. y un  finísimo abdomen que les da un aspecto frágil, del que viene su nombre específico: tenellum es un diminutivo de tenero, que significa tierno, blando, delicado…

Macho de Ceriagrion tenellum  (Villers, 1789),  posando en un junco

Casi todo en ellos es de un rojo más bien intenso: ojos, patas, pterostigmas, abdomen…, se podría decir de ellos que son rojillos, como el color del rostro de los fotógrafos que intentan memorizarlos mientras soportan las calores del verano. Ellas, más coquetas, suelen tener colores variables que van desde un color crema claro en la zona ventral, hasta un negruzco dorsal (forma melanogastrum), pasando por un rojillo (forma erythrogastrum) casi igual al de los machos.

   Tandem de Ceriagrion tenellum,  reposando abrazadas en un junco

Su habitat son los juncales, pues en ese entorno cercano a los arroyos es donde se les suele ver en los meses de verano, destacando los colores de su anatomía como complementarios del verde de los juncos; entre juncos viven y perpetúan la especie, haciendo tandems de duración larga, mantenida hasta incluso en el momento de ovopositar, cuando los celosos machos aseguran la transmisión de sus genes sujetándolas por el cuello, mientras ellas sumergen el extremo de su abdomen en el agua de las charcas, y de ahí les viene otro nombre popular a las libélulas: mojaculos, en Jaén, al menos, un nombre simpático y bien puesto donde los haya…

Las protagonistas de esta entrada posaban y reposaban, plácidamente, hace pocos días, cerca de Despeñaperros, en Santa Elena,  Jaén.

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Lobas livianas

Posted by Pele Camacho en 15 junio, 2011

Para hoy se anuncia eclipse de Luna y he recordado esas escenas de cielo azul oscuro y perfiles de lobos con el cuello estirado, cantando o aullando como homenaje a una Luna brillante… ¿Qué harán o sentirán los lobos cuando hay un eclipse de Luna?  Parece que los eclipses ponen nerviosos o asustan a los animales que perciben que ocurre algo raro…

Desde tiempos remotos ha existido un cierto “magnetismo” entre humanos y lobos,  tal vez, por su inteligencia animal, o por su afinidad con el mejor amigo del hombre, por su mirada profunda o, quizás, simplemente, por su porte, por su belleza… recuerdo con gusto aquellos lobos del amigo Félix en “El hombre y la Tierra”, saltando y aullando a la Luna, con o sin eclipse.

Las referencias a los lobos en el orden de los Lepidópteros son numerosas, empezando por la familia Lycaenidae o de los licénidos, la más amplia dentro de las mariposas diurnas, con unas 6000 especies identificadas, entre las que, sin embargo, no están los “lobitos” de los géneros Pyronia e Hyponephele, ni las “lobas” del género Maniola, a cuya especie jurtina va dedicada esta entrada.  Las “lobas” y “lobitos” del mundo mariposil pertenecen a otra gran familia, la Nymphalidae o de los ninfálidos, que hasta no hace mucho fue la Satyridae, o de los satíridos, pero…  qué más da entre lobos, ninfas o sátiros, si tanto unos como otras solo son o fueron asociaciones de ideas y criaturas, reales o míticas, pero famosas y populares, para recordar…

 Macho de Maniola jurtina, (Linnaeus, 1758), «el Lobo«, posando en una coscoja serrana

La Maniola jurtina (Linnaeus, 1758), a la que se puede ver desde primavera hasta otoño, es una especie de difusión amplia en Europa, como lo fue el lobo antes de que se convirtiera en el objetivo y trofeo de muchos loberos, que llegaron a descastarlo de muchas regiones donde era una amenaza para el ganado, las Caperucitas y las abuelitas… es una especie vivaracha, activa de aspecto incansable, incluso las que llegan a otoño con las alas a jirones, hechas unos “zorros”, más que unos lobos

   Macho de  Maniola jurtina, «el Lobo» mostrando el lomo, su anverso y sus androconias feromoniferas

¿Y por qué la llamaron “la Loba”?… pues, ni idea; lo único que se me ocurre como origen de esa asociación de nombres es el tono pardo de los anversos de los machos, donde se dejan ver unas marcadas androconias, una especie de mechones de escamas, más o menos alargados, que contienen las células glandulares encargadas de segregar las feromonas, el perfume con el que, no solo las mariposas, atraen a sus parejas para intentar la propagación de la especie.

   La primavera, las feromonas altera…

No es frecuente ver los anversos pardos de los machos y, menos aún, los de las hembras de Maniola jurtina pero, parece que en algunos días, quizás relacionados con los periodos más convenientes para su actividad reproductora, es posible observar esos anversos casi imposibles de ver en otros momentos del cálido ambiente en el que les gusta revolotear. Distinguir machos de hembras no es fácil en el campo y, a veces, tampoco después de ver la foto aislada del lobo o loba, pero cuando se les ve amorosamente juntos, es relativamente fácil saber quién es quién: ella, normalmente, más gordita, más entrada en carnes, con el abdomen algo más grueso; él, más enjuto, más ligero, más preparado para buscarlas esparciendo feromonas por ahí… ley de vida, que dicen algunos.

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Hijo de un dios menor

Posted by Pele Camacho en 8 junio, 2011

“Hijos de un dios menor”  fue una famosa película de finales de los 80, una de esas que destacan por encima de la media americana de “a dólar la docena”.  El título -no sé por qué- tiene para mí un encanto especial que me hace recordarla y asociarla a ideas que tienen poco que ver con ella y con su argumento, como esta entrada con sabor y color de mariposas.

Ícaro era hijo de Dédalo, un semidios mitológico, un dios menor muy peculiar -los griegos se inventaron dioses para casi todo- pues Dédalo era un dios inventor, ingenioso -hay quien dice que era ingeniero– aunque no todas “sus” invenciones fueron “suyas”, ni todas fueron un modelo ético: se podría decir que Dédalo practicó lo que se ha llamado “ciencia sin conciencia”.  El mundo moderno ha alumbrado algún que otro “ingeniero” cuyo «ingenio» ha consistido o consiste en «apuntarse a» o «apropiarse de»  los inventos de otros más ingeniosos. Los principios éticos han sido o son un obstáculo menor para algunos audaces, los dioses menores actuales.

Quizás los dos inventos más famosos de Dédalo fueron, primero, el laberinto de Creta y, segundo, las alas para escapar del laberinto. Toda la mitología que hay alrededor de los dos inventos es de lo más ingenioso que aquellos griegos pudieron inventar para representar las ambiciones humanas: Ícaro fue el «pagano», la víctima, el símbolo del desastre al que se puede llegar tras una ambición sin freno, una audacia sin tope ni razón, pero el mito de Ícaro, aparte de su simbolismo, rebosa belleza, como la mariposa que lleva su nombre.

 Vista «en planta» de un macho de Polyommatus icarus (Rottemburg, 1775), con las alas «casi» abiertas

Por la antigua relación entre el nombre de los personajes mitológicos y la taxonomía de los Lepidópteros, estaba cantado que alguna especie debía recordar al hijo de Dédalo y tal honor le tocó a la Polyommatus icarus (Rottemburg, 1775) una mariposa relativamente pequeña, de poco más de 20 mm de envergadura alar, pero de una gran belleza por las iridiscencias azules del anverso de las alas de los individuos machos. Aunque no es la única, ni tampoco la más iridiscente, verla volar es un espectáculo agradable, por la gracia de su vuelo y por el guiño de coquetería de sus alas, que abre ligera y brevemente al posar sobre las flores en las que gusta libar.

Vista «de perfil»  de un macho de Polyommatus icarus, mostrando sus numerosos ocelos y lúnulas

Como un pequeño homenaje a los buenos ingenieros, que entre sus recursos descriptivos usan las tres vistas clásicas –planta,  perfil, alzado– para representar objetos de sus trabajos, la Polyommatus(*) icarus y el autor de esta entrada han tenido a bien posar y presentar tres vistas que permiten apreciar la belleza o, por lo menos, el aspecto de las icarus en poses típicas.

Vista «de alzado» de un macho de Polyommatus icarus,  absorto en su tarea de libar néctar

Aunque la vista preferente sea la menos frecuente, es decir, la planta con alas plenamente abiertas en un plano, quizás la más difícil de conseguir sea la frontal, el alzado, cuando la mariposa y el fotógrafo se ven “cara a cara” y ella aguanta impertérrita la aproximación del fotógrafo sin echar a volar.

 Vista «en planta»  de una hembra de Polyommatus icarus, mostrando el bello contraste de sus lúnulas 

Y , aunque las plantas de ellas tengan menos iridiscencias que las de ellos, sus perfiles son más bellos que los de ellos y, además, porque sin ellas  ¿qué sería de ellos…?

(*) Polyommatus:  Poly  muchos, ommatus  ojos, ocelos, lunares observables en su vista de perfil

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Con pocos vuelos

Posted by Pele Camacho en 2 junio, 2011

La Trithemis annulata  (Palisot de Beauvois, 1807) es una especie multivoltina: tiene varias generaciones en el mismo año, siendo una de las primeras especies en aparecer por los paisajes malagueños y, también, una de las que más tardan en desaparecer. El hecho de ser multivoltina permite que algunos días del verano se puedan contemplar ejemplares muy veteranos, con claros signos de haber tenido una vida intensa, al tiempo que se pueden observar individuos muy jóvenes -«recentales» o «tenerales«- recién emergidos, que posan lánguidamente mientras sus alas adquieren la consistencia que les permitirá ejercer sus acrobacias.

 Hembra recién emergida de Trithemis anulata, en el proceso de estiramiento de sus alas, sobre una rama de granado

Quizás, por ser multivoltinas, parece lógico que ambos sexos aparezcan en escena simultáneamente, frente a los casos de protandria y protoginia -aparición de machos antes que hembras o viceversa- que se observan en algunas especies, aunque éstas sean una minoría cuyo comportamiento y maduración sexual encaja perfectamente con esos retrasos de un sexo respecto al otro; en la Naturaleza las cosas no pasan porque sí, o parafraseando a Einstein, “La Madre Naturaleza no juega a los dados”.

Macho de Trithemis annulata con pocas horas de vuelo, descansando casi agotado en un brote de coscoja

Al principio de la temporada -que puede tener variaciones de más de un mes por causa de la climatología- cuando aparecen las primeras generaciones se encuentran ejemplares de ambos sexos con coloraciones casi idénticas que, a veces, apenas recuerdan a la de los individuos adultos, especialmente en los machos que son los que suelen tener variaciones de aspecto más acusadas por los recubrimientos de pruina que afectan a muchos de ellos. Cuando ese recubrimiento no se ha producido aún, la coloración de machos y hembras puede ser tan parecida que podría dar pie a errores de identificación si no se atendiera a otros detalles de su anatomía.

 De las hojas del granado al capullo de granada recién abierto, con casi la misma vida que ella

Los detalles que permiten una diferenciación más fácil de ambos sexos son, lógicamente, los relacionados directamente a sus genitalias: la forma de los apéndices abdominales superiores, los cercoides, relativamente cortos, paralelos y laterales en las hembras de Trithemis, cuyo abdomen carece de la protuberante genitalia secundaria observable en los jóvenes machos -según el ángulo de observación, claro- , o los cercoides más largos y la lámina supraanal que utilizarán con maestría casi increíble para agarrar con precisión el cogote de sus parejas.

Solo se ven sus cercoides alargados, pero las venas doradas de sus alas son una marca inconfundible

No obstante, los ángulos de observación y la incidencia de la luz en sus anatomías ponen de manifiesto otros detalles que también serían suficientes para diferenciar sexos: los jovencísimos machos de Trithemis, cuando apenas tienen unas horas de vida y sus cortos vuelos delatan su inexperiencia, ya muestran un precioso tono dorado en las principales venas de sus alas recién estiradas, como anticipo del color cobrizo del que empezarán a presumir pocos días más tarde, toda una exhibición de brillos metálicos alares que no abundan en el orden de los Odonatos.

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