Las avispas son unos insectos fascinantes, con llamativos colores, cinturas espectaculares y temidos aguijones que no suelen utilizar si no se las molesta, porque las avispas no están en el mundo para “picar”, aunque muchos homosapiens parecen creerlo así: se asustan, las asustan y, finalmente, les pican. A mí me encanta ver a las avispas que en verano se acercan “a comer contigo” y el manoteo que provocan en la mayoría de comensales…
La denominación avispa abarca un amplio grupo de insectos himenópteros, “de alas membranosas”, algo pequeñas en relación al tamaño y peso de sus cuerpos, haciendo que la explicación de sus vuelos fuera un misterio hasta el año 2001, cuando un “avispado” investigador (*) acabó con aquel reto científico que, poco más o menos, se resumía en “… según las leyes de la Física, los himenópteros no pueden volar…”. Parece que ya está claro qué leyes se desconocían o se aplicaban mal, porque lo que se dice “volar”, los himenópteros vuelan de maravilla.
(*) Michael Dickinson, «Solving the Mystery of Insect Flight» , Scientific American, June 17, 2001
Un vuelo impresionante, despegando sin carreras y sin problemas
(Picar -sin aguijón- en las imágenes para verlas con más resolución)
Dentro de ese vasto grupo de avispas está la superfamilia Vespoidea, o de los véspidos, y dentro de ella está la familia Scoliidae, o de los escólidos, compuesta por unas 300 especies, algunas de ellas agrupadas en el género Megascolia al que los angloparlantes llaman de las mammoth wasp o avispas mamut, nombres que ya dan una idea de “qué número calzan”, o sea, que también hay “megas” en el mundo de las avispas, que hay “mega-avispas”, vamos…
Cinco centímetros de avispa: hembra de Megascolia maculata flavifrons
Por aquí abajo, al menos, hay dos especies muy parecidas: Megascolia maculata flavifrons (Drury, 1773) y Megascolia bidens (Linnaeus, 1767). La más abundante es la maculata flavifrons, la que suele asustar por nuestras latitudes: si ya se tiene un cierto respeto por la avispa tradicional, la Polistes dominula, con una modesta envergadura de 2 cm, cuando se ve aparecer “OVNIs” de casi 5 cm. pues, a veces, merodean en grupos de tres o cuatro individuos, no es de extrañar que algunos vecinos llamen alarmados al primer servicio de Seguridad que se les ocurre. Sin embargo, son tan pacíficas como cualquier otra avispa, y en caso de “picar”, por lo que dicen, no es más dolorosa que las normales, en femenino, porque las que pican son las hembras, las que tienen máscara amarilla y “cuernos” negros y cortos.
Antenas largas y negras: macho de Megascolia maculata flavifrons
Es fácil identificar a las maculata flavifrons: tienen antenas negras, más largas en los machos que en las hembras, más guapetonas y hermosotas, aunque gastan una máscara amarilla que les da aspecto feroz, si es que no lo tiene la cabeza negra con largos “cuernos” de los machos, que no pican, pero que muerden con sus enormes mandíbulas capaces de “arrancar el cacho”. Pero esa tampoco es su costumbre.
Antenas anaranjadas y cortas: hembra de Magascolia bidens
También es fácil identificar a la Megascolia bidens por sus antenas anaranjadas, pues en lo demás es bastante parecida a su parienta maculata, en tamaño y costumbres: ambas especies son avispas solitarias, es decir, no hacen panales como sus pequeñas parientas Polistes. Su costumbre de cría es peculiar: las hembras inyectan sus huevos fecundados en las “mega-larvas” de los “mega-escarabajos” Oryctes nasicornis (Linnaeus, 1758), el escarabajo rinoceronte, larvas que las Megascolias buscan con avidez porque es la forma de asegurar que las pequeñas larvas de “mega-avispas” tengan sustento cuando eclosionen dentro del cuerpo de la mega-larva “huésped”.
El escarabajo rinoceronte, Oryctes nasicornis
La larva del escarabajo suele superar los ocho centímetros de longitud y su instinto de conservación la hace encogerse intentando proteger las partes ventrales de su cuerpo, pero de poco le sirve el intento, pues la primera faena de la avispa es paralizarla con su aguijón, pocos segundos antes de inyectar el huevo fecundado del que eclosionará la larva de una futura Megascolia. Mega-espeluznante…