Sorpresas y paisajes

Fotografías de lo que veo por esos campos…

Archive for febrero 2012

La herencia griega

Posted by Pele Camacho en 18 febrero, 2012

Mientras lo que actualmente se llama Occidente vivía aún en su prehistoria, casi en una barbarie de la que apenas quedaron recuerdos, en una zona algo más extensa de lo que ahora se llama Grecia nació una cultura amplia que perdura en nuestros días: filosofía, ciencia, arte, literatura, religión mítica, deporte… y muchas otras manifestaciones culturales que Occidente asimiló, tanto como base de sus culturas como en los idiomas donde centenares de palabras conservan su raíz griega y hasta la palabra entera. Los antiguos griegos de aquello que entonces no era Grecia, nos legaron algo intangible, pero de un valor enorme, casi incalculable, salvo en lo matemático que ellos también innovaron, dejando recuerdos como Pitágoras y Π, un número de infinitos decimales.

Así la historia de hasta hace más de 2500 años, podría decirse que Occidente tiene una deuda pendiente con Grecia, una deuda cultural que no se valora en euros o dólares, aunque se podría estimar si se quisiera, como se valoran los derechos de autor o la propiedad intelectual de cualquier obra artística. Por bajos que fueran el valor original del legado y el tipo de interés de la deuda, el valor acumulado en tantos años sería una cifra casi impagable. Pero en Occidente parece estar de moda la injusticia, aquello de “los perros que muerden a sus amos”, y ahí están los griegos de hoy, deudores ellos bajo el acoso insaciable de algunos bárbaros.

En el ámbito de la Biología -empezando por su nombre- las palabras de origen griego son multitud, y con los artrópodos -otra que tal-  es difícil meterse sin tocar dos de esas palabras con un “meta” común: metamorfosis, que se aplica a la transformación profunda que sufren los individuos de ciertas especies desde su nacimiento hasta ser adultos, y el metabolismo de los procesos con que cada especie transforma las sustancias de su alimentación en otras que asimila o desecha su organismo.

Larva de Papilio machaon (Linnaeus, 1758), la segunda fase de su metamorfosis

(Picar en las imágenes para verlas con más resolución)

En los Lepidópteros -doble raíz griega- la primera fase de su metamorfosis holometábola o completa, es un huevo diminuto, difícil de ver y fotografiar. Cuando el huevo eclosiona, la oruga inicia su periplo devorando el “cascarón” que la protegió mientras completaba su transformación a diminuto semoviente.  A partir de ese momento, en su segunda fase, la oruga es un bisho que parece nacido para comer, devorando de manera insaciable, con un metabolismo de alta eficiencia que transforma la sustancia vegetal que engulle en sustancia animal que crece y crece para transformarse de nuevo, acumulando energía y materia para que la mariposa adulta tenga unas reservas que apenas podrá aumentar con las libaciones de su grácil espiritrompa.

Imago de Papilio machaon, intentando libar algo en un cardo de Septiembre

En el individuo adulto de la cuarta fase se aprecian detalles que ya aparecían en la oruga: Tres pares de patas, una serie de anillos abdominales, ojos… pero otros elementos se pierden en la transformación al modo de vida del adulto: las “pseudopatitas” de los segmentos finales de la oruga desaparecen como un proceso más de la apoptosis -una muerte celular programada como una parte más del desarrollo del adulto-,  el aparato masticador de la oruga que se transforma en espiritrompa… la mariposa solo puede absorber néctares y líquidos más o menos sustanciosos para mantener un nivel energético que soporte la elegancia de sus vuelos y lo necesario para perpetuar la especie.

El anverso de la Papilio machaon, una belleza que gusta contemplar

La crisálida de la tercera fase es el estadio en el que hibernan los individuos de alguna de las generaciones de la Papilio machaon;  es la fase menos espectacular, difícil de encontrar en esta especie y la más enigmática en todas las mariposas, pues bajo la aparente quietud de la pupa, como por arte de magia, de la inimaginable transformación interna que ocurre en ella surgirá el imago, el individuo adulto que en esta especie lleva el nombre de Machaon, médico mitológico en la guerra de Troya, como su hermano Podalirius, que dió nombre, también, a otra hermosa mariposa con un vuelo cadencioso que realza la elegancia que tiene de sobra, la Iphiclides podalirius (Linnaeus, 1758).

Iphiclides podalirius (v. feisthamelii), libando en unas flores de zarzamora

Machaon y Podalirius eran hijos de Asclepio, también médico y dios de la Medicina, representado entre las numerosas esculturas griegas que lucen en los museos de Occidente como un anciano barbudo, con un bastón en el que se enrolla una serpiente. Bastón y serpiente han quedado como un símbolo en la Medicina occidental. Quizás Asclepio sea más conocido bajo el nombre de Esculapio con el que pasó a la cultura romana, heredera inmediata del legado cultural griego. Los romanos cambiaron los nombres, pero no el fondo ni las ideas de la mitología, que también dejó su recuerdo en religiones más modernas que asimilaron algunas figuras de los mitos griegos.

Umbela de Asclepias curassavica, la asclepia de Curaçao

Aunque no haya una mariposa cuyo nombre evoque a Asclepio -al menos yo no lo sé- su nombre se asocia a la Asclepias curassavica, planta nutricia preferida de la mariposa Danaus plexippus (Linnaeus, 1758), la famosa mariposa Monarca, emigrante por multitudes de millones de individuos y en vuelos de miles de kilometros cada año, yendo desde Canadá a México y desde México a Canadá, y hasta mucho más acá, donde su carácter migratorio nos permite disfrutar de su belleza.

La Monarca, Danaus plexippus, libando néctar en flores de Asclepias curassavica

Danaus y Plexippus también son nombres de la mitología griega, pero de esa preciosidad de mariposa ya dije algo hace casi dos años, en la entrada  “¿De dónde … y a dónde?”  y, si Asclepio me mantiene la salud con la Medicina de sus herederos, volveré a hablar de él, de sus hijos, de sus paisanos griegos, de mariposas y de otras criaturas alucinantes que recuerdan esa cultura milenaria.  Las bellezas de ellas lo merecen y las historias mitológicas de ellos ayudan a olvidar parte de nuestras congojas, mientras nos recuerdan las de los griegos de hoy, acreedores de Occidente por la inolvidable herencia que sus antepasados nos dejaron.  Que Asclepio y todos los dioses del Olimpo les ayuden a salir de la trampa en que cayeron.

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Ninfas que surgen al calor

Posted by Pele Camacho en 11 febrero, 2012

Lo que existe son individuos y especies; todo lo demás son creaciones del hombre”.  Así de claro y contundente lo dijo el profesor D. Antoni Prevosti Pelegrín (1919-2011), catedrático de Genética en la Universidad de Barcelona y pionero en ese campo de la biología. Y es verdad, de la buena, que si observamos vegetales, animales y hasta incluso homosapiens, encontraremos variedades, subespecies, individuos, razas, etnias… que con más o menos acierto, algunos clasificaron y otros siguen reclasificando, es decir, “creando” con criterios que cambian a medida que aumenta el conocimiento, corrigiendo supuestas equivocaciones anteriores.

Si hay especies de mariposas que hibernan como huevos, en la primera fase de su metamorfosis  -los Satyriums de la entrada anterior- hay otras que lo hacen como imagos, en la última fase, aunque sean una minoría de apenas un 1%.  Pero cada especie lo hace a su manera, como le guía su instinto, adaptándose al entorno y circunstancias con su capacidad de supervivencia, o sea, que intentar clasificar mariposas según los procesos o modos de hibernación sería otra posible creación humana, pero probablemente confusa. Cada especie que hiberna lo hace con sus «matices específicos» condicionados por sus metabolismos y organismos que, en muchos casos, son casi desconocidos. Mejor observar, estudiar y describir como hibernan esas especies, sin olvidar variaciones individuales o apreciaciones subjetivas que, con algo de estadística, podrían parecer verdades buenas. Pero no es fácil seguir esos pasos de mejora…

Dentro de la muy extensa familia Nymphalidae, o de los ninfálidos -una creación humana evocando a las etéreas y míticas ninfas creadas, también, por la imaginación de los antiguos griegos- hay especies que hibernan como adultos, pero ¿cómo y dónde?, porque no es lo mismo hibernar que invernar, ni hacerlo en Escandinavia o en Andalucía, por ejemplo…

Vanessa cardui, todo-tiempo y todo-terreno, emigrante y  sin diapausa, vista en Marzo

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La Vanessa cardui (Linnaeus, 1758) es una especie de distribución muy amplia, en África, Europa y América. Es polivoltina en las zonas suficientemente cálidas donde no tiene diapausa, donde no hiberna; pero en zonas más frías recurre a migraciones observadas y descritas en abundancia, así que «hiberna» donde inverna, medio escondida no se sabe bien dónde, saliendo cuando hace bueno a echar unos vuelos de dudoso destino y razón. Sus plantas nutricias son los cardos, en un sentido amplio, pero sin hacerle ascos a muchas otras especies vegetales, lo que explica su extensa distribución y voltinismo. Hace dos años, ellas fueron por aquí casi una plaga, pero en el pasado año escasearon… ¿problemas de emigración? ¿de invernada? ¿de entorno?… misterios a los que no llego.

Vanessa atalanta, emigrante de altos vuelos, con las marcas del esfuerzo en sus alas, vista en Noviembre

La Vanessa atalanta (Linnaeus, 1758), que ya fue protagonista en la entrada “Esperando la primavera” es una emigrante de altos vuelos. Por aquí pasan algunas sus inviernos y se las ve muchos días revoloteando cuando ninguna otra lo hace. No es extraño que sus alas muestren un desgaste que parece acusar la dura tarea que han soportado en sus migraciones de miles de kilómetros y semanas de duración.

Nymphalis polichloros, emigrante de vuelos cortos e hibernante a su modo, vista en Junio

La Nymphalis polychloros (Linnaeus, 1758), si es univoltina, como dice Tolman en su “Guía de mariposas”, tiene ciclos de duración muy variable, alargados en zonas cálidas como el sur de Andalucía, donde la he visto volar de Mayo a Agosto, pero también en Noviembre, Enero y Marzo, aunque quizás la podría haber visto en otros días soleados del invierno, pues hiberna como adulto entre los árboles de los bosques del sur de Andalucía, de donde sale dejando ver su anverso anaranjado y sorprendiendo con su enorme capacidad de cripsis, de camuflarse en el entorno donde se oculta o hiberna.

Nymphalis polychloros, en pose de cripsis, libando almáciga de un lentisco, vista en Noviembre

El reverso de sus alas imita de manera casi perfecta a una viruta o corteza de madera vieja, siendo muy difícil distinguirla cuando posa en la corteza de los árboles. Tiene también comportamiento migratorio, con una distribución que se extiende desde el Norte de África hasta el sur de Escandinavia y Asia occidental. Entre sus plantas nutricias están los olmos, los sauces, los álamos, espinos, cerezos, ciruelos, manzanos… en fin, que sus orugas no son muy exigentes a la hora de alimentarse, pero… ¿por qué no se las ve más al oriente?… ¿por el frío que rasca por allí? o, tal vez, porque su capacidad migratoria, la potencia de su vuelo y la distancia de las estepas del Asia central sean incompatibles con sus preferencias de hibernar como adultos cerca de las costas mediterráneas, camuflada entre grietas de cortezas de árboles y libando néctares inimaginables, como la almáciga, una resina que rezuman los lentiscos.

Polygonia c-album, hibernante si a su generación le toca hacerlo, vista en  Junio

Y para terminar estas muestras de la variedad y matices en las hibernaciones de algunos ninfálidos adultos, la Polygonia c-album (Linnaeus, 1758), una especie de curioso perfil alar con múltiples entrantes y salientes de aspecto peculiar, con colores y detalles anaranjados y negros que recuerdan a la Nymphalis polychloros en el anverso y también en los detalles de “madera vieja “ de su reverso, aunque no he tenido la suerte de poder captarla así. Su distribución es también muy similar a la de Nymphalis polychloros, pero bivoltina en regiones del norte y oeste de Europa y trivoltina por el sur de los Balcanes y Grecia.  Hay, por tanto, generaciones estivales que no entran en diapausa invernal, mientras las generaciones tardías si lo hacen, como adultos, en fechas adaptadas al fotoperiodo del lugar donde están cuando se desarrollan sus larvas y pupas.

Con esas cuatro ninfálidas, creo que hay suficiente para ver qué razón tenía el profesor Prevosti Pelegrín al referirse a especies e individuos: buscar igualdad o semejanza fuerte, generalizar en algunos aspectos o detalles biológicos más allá del nivel de los individuos en muchos casos y especies, probablemente, es imposible, o falso, o una verdad a medias…

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Sátiros que surgen del frío

Posted by Pele Camacho en 6 febrero, 2012

Con el  frío que corre en estos días, no está fuera de lugar ni de momento reflexionar un poco acerca de cómo sobreviven en semejantes circunstancias algunos animales de nuestro gélido entorno. Así, de muchos insectos se dice que entran en diapausa, un estado de dormancia que no siempre supone los mismos procesos para todas esas especies que pasan a un estado de hibernación donde reducen su metabolismo a niveles mínimos. Otros, en vez de hibernar, emigran a regiones más cálidas donde pasan el invierno -como de vacaciones, vamos- aunque puedan estar un tanto adormilados mientras invernan, pues esa es la diferencia con hibernar, lo que supone una suspensión de la actividad nutricia y metabólica por parte del insecto que queda en un estado de vida latente.

Satyrium esculi (Hübner, 1804),  que hiberna como huevo en encinas, posando en hojas de Phlomis purpurea

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Según el orden y la especie de insectos, esa diapausa la pasan en alguna de las fases de su metamorfosis y así, en el orden de los lepidópteros, parece que la gran mayoría, un 66% lo hace en estadio de oruga, un 29% en la fase de crisálida, casi un 4% en la forma de huevo y un mínimo 1% lo hace en estado de adulto. Pero la causa que induce a entrar en diapausa varía de unas especies a otras e incluso depende del lugar y sus condiciones climáticas, observándose que algunas especies como las Gonepteryx, Vanessa atalanta y Nymphalis polychloros que diapausan como adultos, lo hacen de una forma tan poco profunda que les permite salir a echar un vuelecito en esos días en los que luce un sol poco invernal.

Satyrium spini (Denis & Schiffermüller, 1775), la Blue-Spot Hairstreak, otra hibernante como huevo

Un ejemplo de las que hibernan en estado de huevo son las especies europeas del género Satyrium (Scudder 1876), clasificado dentro de la familia de los Lycaenidae, o de los licénidos,  con unas 60 especies, de las que solo siete vuelan por Europa y cinco por la península ibérica, pero con distribuciones algo restringidas para cuatro de ellas.  Aunque el nombre de su género recuerde a los satirinos, no están dentro de ese grupo que antes constituyó la familia Satyridae, actualmente subfamilia Satyrinae dentro de la familia Nymphalidae.

La False Ilex Hairstreak, posando en una auténtica hoja de Quercus ilex,  de encina

Las Satyrium son también una parte de las mariposas conocidas en el argot «mariposil» anglosajón como Hairstreaks, las “pelijosas”, por sus mechones o vellosidades en la base de las alas y, además, la mayoría de ellas son mirmecófilas, amigas de ciertas hormigas que las atienden en sus fases de huevo o crisálida, a cambio de alguna sustancia azucarada generada como atractivo premio para sus hormigas cuidadoras. Pero también son amigas de los árboles, como dicen sus nombres específicos: spini, esculi, ilicis, de las encinas… donde sus pequeñas orugas de aspecto delicado se alimentan de hojas duras, casi coriáceas…

Pareja de Satyrium spini,  suspendidas en cálido reposo de una umbela de Thapsia villosa

Precisamente, más en estos días fríos, es agradable recordar aquellos días en que el campo rebosaba calor, vida y actividad, en flora y fauna, cuando no solo los Satyriums recordaban a los sátiros que les dieron nombre. A veces, cuando las veo tan vivarachas en verano, me recuerdan una vieja película que me gustó, “Sorge, el espía que surgió del frío”,  pero sería largo explicar por qué…


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