«Dicen que tienes veneno en la piel
y es que estás hecha de plástico fino.
Dicen que tienes un tacto divino
y quien te toca se queda con él… «
Así empezaba “Veneno en la piel”, “top-hit” en los 90 de Radio Futura, uno de los grupos rompedores de aquellos tiempos, como la canción que puedes escuchar si haces «click» aquí →«Veneno en la piel»
Uno de los venenos más tóxicos es el ácido cianhídrico o ácido prúsico, el cianuro de hidrógeno de fórmula HCN que algunos homosapiens usan en las cámaras de gas; pero no hay que irse tan lejos para olerlo peligrosamente, pues se huele moderadamente en las almendras amargas, por ejemplo, donde está presente. Y también en las Zygaenas que, aunque no sé si huelen, gracias a un metabolismo sui generis tienen en su cuerpo ese ácido prúsico que tomó nombre de un tinte llamado “azul Prusia” o “Blau Berlin”, porque allí se descubrió, casualmente, mientras se buscaban otros colores, como se descubrió América mientras se buscaban otras tierras. También fue casual el hallazgo del cianuro en las Zygaenas, cuando algunos entomólogos intentaron gasear a unas cuantas para llevar a cabo sus estudios, pero al tener las Zygaenas el producto como propio, se quedaron tan panchas y los entomólogos tan estupefactos.
Zygaena sarpedon (Hübner, 1790), alas parcialmente transparentes y cíngulo rojo abdominal
Las Zygaenas son como brujitas en el mundo mariposil, unas preciosas y vivarachas mariposillas del suborden Heterocera, nombre que suena menos mal que el de polillas, incorrectamente usado por algunos como sinónimo de heteróceros; pequeñitas ellas, apenas 20mm de longitud alar, con unos colores vivos que van más allá de una simple casualidad cromática: son combinaciones aposemáticas, es decir, una mezcla de colores llamativos, fáciles de ver y recordar como una advertencia de “Peligro, mantenerse lejos”. El aposematismo es como un antónimo del mimetismo: unos animales se protegen mimetizándose, confundiéndose con el entorno, mientras que otros se “aposematizaron” en su evolución adoptando unos colores que resaltan su presencia alarmante -la RAE me puede anatematizar por decir eso-; es una estrategia relativamente frecuente en el reino animal, como mecanismo de defensa de algunas especies ante posibles predadores que, supuestamente, recuerdan desagradables experiencias previas al atacar a individuos «aposematizados«. Parece que esa alarma se transmite por los genes, es decir, que los supuestos atacantes saben de nacimiento eso de “nene, caca” con algunas combinaciones aposemáticas. Aunque la RAE no reconoce lo aposemático ni sus derivados, muchos depredadores sí reconocen sus efectos. La inteligencia de los seres inferiores es así de simple.
Posiblemente, Zygaena fausta (Linnaeus, 1767), con rojos-anaranjados, pálidos, quizás, por vejez
El color más llamativo de las Zygaenas es el rojo, más o menos vivo, del naranja al grana, porque varía entre las 22 especies de Zygaenas que hay nominadas en España, aunque la diferenciación de algunas de ellas sea casi imposible sin ayuda de un microscopio para observar sus genitalias. Los lunares, manchas y bandas distribuidas por las alas y abdómenes de las diferentes especies destacan sobre fondos oscuros, algunos con brillos azulados más o menos patentes. No se debe pensar que los colores azulgranas o blaugranas sean tóxicos per se, aunque últimamente parezcan serlo, al menos, en ambientes deportivos, pero eso son otras historias…
Zygaena fausta (Linnaeus, 1767), mostrando ligeros tintes azulgranas
«… Te crees que eres una bruja consumada
y lo que pasa es que estás intoxicada;
y eso que dices que ya no tomas nada,
pero me dicen por ahi: «Que sí, que sí, que sí, que sí»…
Y así terminaba «Veneno en la piel», antes del pegadizo estribillo…