Sorpresas y paisajes

Fotografías de lo que veo por esos campos…

Las cínicas

Posted by Pele Camacho en 7 marzo, 2012

Después de la muerte del maestro Sócrates, sus discípulos llamados “socráticos menores” montaron por allí sus propias escuelas filosóficas. Así fue como Antístenes creó la escuela cínica, un apelativo que nada tiene que ver con el adjetivo que merecen esos cínicos modernos que, cursis y encorbatados, trincan cuota de pantalla en todos los telediarios y otras cosas fuera de ellos. El origen del nombre de aquellos cínicos no está muy claro: unos lo relacionan a Cinosarges, lugar donde los primeros cínicos conversaban, mientras otros dicen que a Antístenes se le llamó cínico por vivir toda su vida “como un perro”, que en griego antiguo se escribía “κυνικος” y se pronunciaba parecido a “cínicos”.

Aquel cinismo, más que una escuela filosófica, fue un estilo de vida. El cinismo actual, en cierto modo, también lo es. Lo de vivir “perramente” -con aspecto harapiento- ha sido una corriente contracultural que ha surgido varias veces en la historia de la humanidad: cínicos, bohemios, clochards, beatniks, hippies… tuvieron algo común en sus vestimentas desaliñadas y en su forma de pensar, un deseo primordial de Libertad por encima de todo, libres de condicionamientos impuestos por la sociedad de su tiempo. Ese era el principio filosófico básico de la escuela cínica, uno de cuyos más famosos representantes fue Diógenes, el que vivía dentro de un tonel. De él se cuentan múltiples anécdotas, como su encuentro y corto diálogo con Alejandro Magno:

– Yo soy Alejandro Magno ¿Quién eres tú?
      – Diógenes el Perro
– Pídeme lo que desees
      – Que te apartes, que me tapas el sol …

Casi un siglo después de Diógenes, aparecen en la Historia los últimos cínicos famosos: Crates, Hiparquia y Metrocles, marido, mujer y cuñado en una familia de cínicos. Hiparquia -la única filósofa de aquellos tiempos- debía ser bella, pero renunció a todos sus pretendientes y a los lujos que le ofrecían por tal de estar con el maestro Crates, mucho mayor que ella, de aspecto mugriento y «cínico a tope», máxima aspiración de Hiparquia, que pasó su cínica vida enfundada en un saco andrajoso lleno de lamparones. Como Diógenes, la cínica pareja dio mucho que hablar por aquel entonces. Los cínicos modernos  también, pero de forma más asquerosa que sus homónimos de hace veinticuatro siglos.

 Hipparchia statilinus (Hufnagel, 1766), en su pose de cripsis sobre un suelo pedregoso

(Picar en las imágenes para verlas con más resolución)

De aquella filósofa cínica, cuyo nombre en griego se escribía Ιππαρχια y en latín pasó a Hipparchia, salió el nombre de un género de mariposas de colores pardo-grisáceos, poco glamourosas ellas, pues viven casi en la sombra, preferentemente, buscando un efecto de camuflaje en el terreno y posando en troncos de árboles o en el suelo, antes que en las flores donde suelen posar otras especies de su orden. Son casi veinte especies de las que algunas han sido cambiadas de un género a otro recientemente. Ahora están clasificadas dentro de la de la familia Nymphalidae, como subfamilia Satyrinae, que no hace mucho fue familia Satyridae. Todas muestran solo cuatro patas, porque el par delantero está oculto, como atrofiado. Su distribución es muy variable y solo cinco de ellas vuelan en algunas sierras de España que, como era de esperar, no son siempre las mismas.

Hipparchia statilinus, tomando el sol sobre una roca recubierta de líquenes

La Hipparchia statilinus (Hufnagel, 1766), de amplia distribución en España y otros países mediterráneos, es una especie cuya oruga se alimenta de gramíneas silvestres. Suele volar en los meses de más calor y, dados sus colores más bien oscuros, no es extraño que se resguarde entre sombras de árboles, para resguardarse de posibles calentones y hacer más difícil su fotografía, casi siempre con las alas plegadas. Cuando se hace preciso el uso del “flash”, su reacción al fogonazo suele ser desplazar las alas delanteras para mostrar el ocelo presente en ellas, como tratando de asustar al intruso que la molesta. El nombre statilinus era un diminutivo latino de Stator, uno de los sobrenombres que en la mitología romana se le dio a Zeus, el de los rayos y las centellas.

Hipparchia semele (Linnaeus,1758), una especie en honor de la madre del dios Baco

La Hipparchia semele (Linnaeus, 1758) es la cínica que tiene una distribución más amplia en Europa, pero no en Grecia, aunque su nombre, cómo no, tiene origen griego: Semele era una amante del todopoderoso Zeus, pero Hera, su siempre celosa esposa, además de poderosa y truculenta, hizo dudar a Semele de quien era su amante, animándola a pedirle a Zeus que se mostrara ante ella con todo su esplendor divino. Aunque Zeus se resistió, la insistencia de Semele debió ser tan grande como pequeña su inteligencia y, cuando Zeus se puso en plan dios, los rayos y relampagos que emitió abrasaron a Semele. Dado que estaba entonces embarazada de Dioniso, los efectos colaterales habrían sido terribles para los amantes del vino si no hubiese intervenido Hermes, que lo extrajo de Semele con una especie de cesárea, insertándolo después en un muslo de Zeus de donde nació meses después y de ahí viene ese nombre de Dioniso -nacido dos veces- para ser luego el simpático dios del vino. Está claro que lo de “tener padrinos” era ya válido en aquellos tiempos de los antiguos griegos.

Según observaciones de expertos, el ritual del cortejo de la Hipparchia semele es particularmente interesante, por ello, fue objeto de los estudios de Etología del profesor Nikolaas Tinbergen, premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1973, compartido con los profesores Konrad Lorenz y Karl von Frisch, considerados padres de ese campo científico que estudia el comportamiento animal.

Hipparchia alcyone (Denis & Schiffermüller, 1775), en una pose soleada entre pedruscos

La Hipparchia alcyone (Denis & Schiffermüller, 1775)  tiene colores más contrastados que su “primas” statilinus y semele, y un comportamiento y envergadura alar muy similar, unos 50 mm, que casi nunca despliega porque suele posar con alas plegadas, un estilo muy cínico. Aunque quizás no sea la Hipparchia más bella, posiblemente sea la de nombre más bello, un nombre mítico que gustó y sigue gustando. Alcyone era una de las siete Pléyades, hijas de la ninfa Pléyone y del titán Atlas y, por eso, ninfas Atlántidas, nombres que evocan montañas, islas, océanos…

Hipparchia alcyone, con un nombre de cuatro estrellas

Si queremos ver a Alcyone tenemos que hacer algo que arranca suspiros: mirar a las estrellas del cielo y buscar a las Pléyades, un cúmulo de unas 200 estrellas a la derecha de la constelación de Tauro.  A simple vista, las Pléyades son poco más que una mancha brillante, pero con unos prismáticos sencillos ya se ven separadas las siete ninfas y sus dos progenitores. Alcyone es la más brillante de las nueve, porque no es una simple estrella, sino una estrella cuádruple, un alineamiento o superposición de cuatro estrellas cuyos brillos se suman para dar esa sensación de estrella mayor.  Es una estrella de “cuatro estrellas”.

Hipparchia fidia (Linnaeus, 1758), posiblemente, la más glamourosa de todas las cínicas

La Hipparchia fidia (Linnaeus, 1767) es, quizás, la más hermosota y vistosa de todas ellas, con unos colores contrastados relativamente claros en los reversos de sus alas, que son los que suele mostrar. Tienen una envergadura alar de casi 60mm. que solo se intuyen cuando se las ve volar, porque posan casi siempre con las alas plegadas. Su distribución se limita a la península ibérica -salvo zona cantábrica- Francia mediterránea y el Magreb. Se la puede ver en Julio-Agosto y, como mostré en la entrada “Néctares de bellotas”, le gusta volar alto, entre encinas y alcornoques, donde posa para libar lo que pille por allí, aunque sus plantas nutricias son gramíneas silvestres y otras hierbas de baja altura. A la vista de sus colores y comportamiento, podría decirse que es la menos “cínica” de todas. Posiblemente, le pusieron su nombre en honor de Fidias, el célebre escultor de dioses, diosas, griegos y griegas.

La quinta cínica hispana es la Hipparchia fagi (Scopoli, 1763), de aspecto muy similar a sus otras “primas” peninsulares, aunque reserva sus vuelos ibéricos a escasas zonas del tercio norte del país, aledañas a los Pirineos que nos separan de Francia. Como no he ido tan lejos a fotografiar mariposas, no la he visto nunca.

 

10 respuestas to “Las cínicas”

  1. Klaus said

    Muy interesante el artículo, Pele. No sabía del origen de estos nombres. Pero tengo que protestar: decir que la fidia sea más hermosa que la alcyone… es más sorprendente en sus dibujos, pero estos reflejos cobrizos y los colores intensos de la alcyone, ni de lejos… Por cierto, si ves en los pleyades solo una mancha luminosa, tal vez habría que revisar estas gafas ;-). Bueno, ya me dejo de tonterías, para decirte que muy bellas las fotos, y estupendo el artículo. Un abrazo – Klaus

    • Bueeeeno, buenoooo… que he vuelto a dar como general lo que casi siempre es particular: la belleza, cosa relativa que depende de gustos. Tié usté razón Don Klaus, y de lo que dices, reconozco que también me gusta eso de la alcyone…
      Ahora bien: si la óptica que tu llevas no tiene algo de «teleobjetiva», me sorprende esa agudeza visual capaz de ver puntitos en esa mancha de estrellas que yo veo, admitiendo también que es posible que mis antiparras estén algo obsoletas, porque no recuerdo cuando me las hice…
      En cualquier caso, gracias por el comentario y por la sal y pimienta de tus protestas. 😉 😉 😉
      Un abrazo

  2. Me quito el sombrero, Maestro. Tremebunda entrada!

    PD: yo también estoy de acuerdo con Klaus, alcyone me parece la más «glamurosa» del grupo…

    • Cúbrase, Don Rafa, cúbrase… que su gusto por la naturaleza excusa de semejantes movimientos.
      Una de esas Alcyones con alas la vi cerca de Aldeaquemada, cerca de Despeñaperros, entre jaras, romeros y encinas.
      La próxima vez que vayas por aquel territorio del norte, como decía Johnny Cash, «Please, say hello to the one who lives there…» («Girl from the North country»)
      Un abrazo, amigo

  3. Maribel said

    Genial lo que se aprende contigo…
    Efectivamente la que que les dio nombre debió ser una mujer excepcional, a mí también me va la vestimenta sencilla 😉

    Cuídate bien para que nos sigas deleitando.

    • Gracias, Maestra mariposera, a tí que tanto nos has enseñado de mariposas.
      Como tú bien sabes, detrás de cada especie y género hay historias largas y culturas milenarias donde es un placer rebuscar y encontrar raíces de la nuestra.

      Gracias, por tus buenos deseos y ánimo.
      Salud y buena primavera

  4. Muy buena entrada Pele, con toda esta serie de bellas mariposas y fotografias. Aprovecho el comentario para desearte una pronta y plena recuperación.
    Un abrazo.

    • Gracias dobles, especialmente por la parte final de tu comentario.
      Ya he visto algo del safari de parthenopes ¡Suerte que tenés y afortunados que sós…!

      Un abrazo y buena campaña libelulera, deseando que también entres con pulso y tino a las maris afortunadas

  5. Klaus said

    Hola Pele. Por lo de las Cabritillas: a pesar que se supone que se ven 7, en realidad se ven o cinco, o unos 9, según sensibilidad de los ojos y condiciones de la noche (el tema es que el número 8, 9 y siguientes son más débiles; no es por cuestiones de resolución). Pues, si ves solo una nebulosa, te conviene una visita al óptico u oftalmólogo; es que ver bien mejora el bienestar general ;). Otro abrazo – Klaus

    • Hola, Klaus
      Anoche, aprovechando el comienzo de la Luna Nueva de Marzo, hice pruebas de visualización de las Pléyades, aunque las condiciones no eran las mejores posibles, porque el cielo estaba algo brumosillo y la contaminación lumínica alrededor de la azotea de mi casa tampoco es para montar observatorios estelares…
      A las 22:00 pude verlas bien con unos binoculares 10X50, pero SIN gafas patiné calamitosamente y, digo sin gafas porque creo que los cristales progresivos que tengo en mis gafas de leer, creo que me los graduaron para caminar con ellas y poco más, o sea, que de vista lejana, nada de nada. Mis ópticos y oftalmólogos me dicen que aunque tengo algo de falta en visión lejana, no necesito gafas ni para conducir ¿? y, de hecho no uso gafas más que para el PC y para leer.
      Más tarde lo intenté de nuevo pero entraron unas nubes incordionas de esas que no traen agua y ¡se acabó la observación! Por cierto, qué chulada ver a Venus y Jupiter tan próximos entre sí y a las Pléyades… a esos si los veo perfectamente a simple vista 😉 😉

      Creo que llevas razón en tus comentarios de visualización de Alcyone y alguna más: según dice el visor de estrellas que suelo usar (Starry Night Pro) la magnitud aparente de Alcyone es 2,84, que entra bien dentro de lo que se considera el margen de estrellas observables en condiciones de cielo «amigable», sin Luna, sin brumas y sin contaminaciones lumínicas…
      Ahora me gustaría poder verlas desde las alturas despejadas de Despañaperros.

      Un abrazo y buena primavera, con buenas aguas y suaves vientos

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